Hoy ya puedo decir que he puesto un pie en el mundo del triatlón, una disciplina que para mí era algo que quedaba fuera de mi alcance. Pero cómo son las cosas que ayer finalicé
mi primer triatlón sprint.
La aventura empezó hace sólo cuatro meses cuando me apunté a un gimnasio con piscina, con la idea de mejorar y correr más rápido. No sabía nadar, pero pensé que era la oportunidad de aprender y pronto imaginé poder alcanzar ese objetivo que creía imposible. Así que cuando vi que había un triatlón en Tarragona, cerca de casa, y en verano, decidí inscribirme. Un impulso un poco arriesgado, que ha requerido de cuatro meses de duro trabajo. Me di cuenta enseguida de que nadar no era algo fácil que se aprendiera simplemente entrenando. Aunque a braza me defiendo bastante bien (puedo evitar ahogarme, quiero decir), mi punto de partida en crol era casi nulo: recorrer 25 metros y parar. Y el objetivo era poder hacerlo 30 veces seguidas y en el mar. Así que le dediqué cuatro o cinco días a la semana e incluso tomé un entrenador personal. Los avances fueron llegando, aunque eran claramente insuficientes para hacer un buen papel el día de la prueba. A pesar de todo, tuve la seguridad de que lograría salir del agua sin que me tuvieran que rescatar.
Durante dos meses, nadar fue mi prioridad. Y, después, me preocupé de la bicicleta. Ni la tenía, ni nunca había usado una bici de carretera. Compré un modelo medio, adecuado para mi bajo nivel, y empecé a entrenar. Las salidas en bici requieren mucho tiempo, algo de lo que ando escasa, pero durante estas últimas semanas he podido hacer algunas salidas de 45 a 65 kilómetros. Un gran descubrimiento la bicicleta de carretera, ya me habían dicho que enganchaba y, la verdad, es que me gusta mucho. Sin embargo, también requiere un período de aprendizaje. Es una bici muy ligera comparada con la de montaña, y aún me siento muy insegura sobre ella, sobre todo cuando las condiciones del asfalto no son buenas o hace viento. Otro tema no menos importante fue adaptarme al uso de los pedales automáticos, que no había usado nunca. La primera vez que me los puse ya me caí.
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Preparada para ir a boxes. Puerto de Tarragona. |
Mientras iba entrenando estaba tranquila y confiada. Pero a medida que se iba acercando el día de la prueba mi confianza iba menguando a pasos de gigante. Tanto es así que el día antes pensé que no acudiría a la cita. No eran nervios típicos pre-carrera, que ya los conozco bien. Era un miedo mucho más profundo. Pero después de haber invertido tanto tiempo (y dinero) en prepararme para ese día, sería incomprensible que me echara para atrás. Así que allí me presenté, con el apoyo de Jordi y mis dos hijos, que estarían allí para animarme.
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Preparando el material en boxes |
Tan fácil que es ponerse un dorsal y unas zapatillas y salir a correr, el triatlón es mucho más complicado. Recoger el dorsal, ponerle las pegatinas a la bici y al casco, ir a boxes y dejar la bicicleta colgada de una barra con todo el material que necesitaré para la carrera bien ordenado en el suelo: las zapatillas de la bici, el casco, las gafas de sol, las zapatillas de correr, y el cinturón con el dorsal. Intento recordar dónde está mi sitio y salgo de allí ya vestida con el tri-mono, el chip en el tobillo, el gorro de goma, las gafas de piscina y las chancletas. Y a esperar.
Hay diferentes salidas para las diferentes pruebas que se van a celebrar: sprint masculino, femenino, relevos, aquatlón, olímpico masculino y femenino. Mi salida es a las 16:50. Echo un vistazo a mi alrededor, veo gente súper-preparada, y me voy sintiendo cada vez peor. En ese momento se ha puesto a llover y hace viento. Estoy temblando de frío. Se da el bocinazo y saltamos al agua. Me he puesto hacia atrás y en un extremo. Empiezo a nadar al ritmo de la piscina, sólo pensando en llegar. Son 750 metros y hay que dejar cuatro boyas a nuestra derecha. Cada cuatro o cinco brazadas levanto la cabeza para ver la boya. Hay unas canoas de la organización que nos van controlando. Estoy muy tranquila, no pienso en nada, sólo en nadar relajadamente. Paso la primera boya y la segunda, no estoy cansada, veo que voy a llegar. Una canoa se pone a mi lado, ya sé que voy la última. Finalmente llego a las escaleras y salgo del agua. Un tiempo horroroso de 26 minutos para los 750 m, es que los milagros no existen. La última, pero sonrío, es un gran triunfo para mí.
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Salida del agua |
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Tramo de bicicleta |
Corro a buscar la bici. La lluvia ha arreciado y me encuentro todo el material mojado. Me pongo los calcetines y los zapatos, el casco, las gafas y salgo con la bici en la mano. Los jueces me indican cuándo puedo montar. Y empiezo a pedalear a buen ritmo. No para de llover y el asfalto está muy mojado. Son dos vueltas a un circuito de 10 kilómetros, con cuatro giros cerrados de 180 grados. Llego al primer giro, resbalo y me caigo al suelo. Golpe y rascaduras en la pierna izquierda, pero me levanto rápidamente y vuelvo a subir. Ahora voy con mucho más cuidado. Mi primer triatlón y en esas condiciones… Después me entero de que han anulado el tramo de bici del triatlón olímpico que salía después de nosotros y lo han convertido en aquatlón. Una pena para los participantes, pero no me extraña, entre la lluvia y el viento es muy peligroso. Voy más lenta que en mis entrenamientos, pero no me atrevo a correr más, sobre todo después de haberme caído. A pesar de todo, adelanto a tres chicas y alcanzo a una cuarta al llegar a boxes. Un tiempo bastante malo de 47 minutos para los 20 km, pero estoy contenta ¡lo voy a conseguir!
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Tramo de carrera a pie |
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Llegada a meta |
Dejo la bici y el casco, me quito las zapatillas de la bici y me pongo las de correr. Y me lanzo a por mis últimos 5 kilómetros de carrera. Ahora estoy en mi elemento. No llevo reloj, pero estoy corriendo a ritmo y adelantando posiciones, hasta 8. Lástima que no sea más largo, ya que 5 kilómetros son muy pocos para poder recuperar todo el tiempo que perdí sobre todo en el tramo de natación. Acabo en 21 minutos, a una media de 4:20 min/km, muy bien para hacerlo después de las otras dos pruebas. Así, de menos a más, la emoción ha ido en aumento, y entro a meta muy feliz. Allí están para recibirme mis apoyos incondicionales que me han hecho un reportaje gráfico de campeonato. El tiempo final: 1 h 39 minutos. Mal, pero ya habrá otras oportunidades de mejorar, ya que esta vez el objetivo era otro: afrontar mis miedos y demostrarme a mí misma que puedo conseguir lo que me proponga, sin más misterio que poniendo de mi parte la voluntad, el esfuerzo y la constancia necesarios para ello. Ahora es tiempo de reflexión…
¡Hasta pronto!