domingo, 22 de mayo de 2016

6ª Marxa dels Dips (21 de mayo de 2016)

De todas las pruebas que puntúan para la Copa Catalana de Marxes de Resistència, tengo marcadas en el calendario 13 de ellas, que son las que me darán los puntos necesarios para obtener la Copa. El sábado se celebraba la 6ª Marxa del Dips, la número 8 de mi lista, con salida en la localidad de Pratdip, en la provincia de Tarragona, a una hora y cuarto aproximadamente en coche desde Tàrrega.

Dips en el retablo renacentista de la iglesia de la Natividad de Santa María de Pratdip. Imagen: http://www.pratdipturisme.com
El nombre de la prueba hace referencia a los "dips" que, según una leyenda que se remonta al S. XVI, eran una especie de perros negros vampíricos que chupaban la sangre del ganado y atacaban a los hombres de noche. En la entrada de Pratdip hay un monumento dedicado a este ser, cuya figura aparece incluso en el escudo del municipio. Esta vez se trataba de recorrer 61 km con 5915 m de desnivel acumulado, siendo una de las pruebas más duras de toda la Copa, según había leído en crónicas de ediciones anteriores. Así que iba preparada para estar muchas horas en marcha aunque tampoco me lo podía tomar con calma ya que, según el eslogan de la Marxa: ¡"si no te espabilas te cogerán los dips"!

Pratdip. Fotografia: Xavier Capdevila (FEEC)
Me levanto a la 3:30 de la mañana. Mi rutina para este tipo de pruebas es muy distinto de cuando hago carreras de asfalto. Aquí he visto que tengo que desayunar bien, así que me tomo una taza de leche con Cola-Cao y cereales. Hoy, además, añado una magdalena, que el día va a ser muy largo... Cojo el coche y a las 5:15 ya estoy en Pratdip. Es un municipio pequeño, y no hay sitios habilitados para que todos los participantes puedan aparcar, así que lo dejo bien metido en el arcén de la carretera, a unos 300 metros del pabellón deportivo donde se dará la salida. No acabo de acostumbrarme al ambiente tan diferente que se respira en este tipo de pruebas. A esas horas ya está montado el avituallamiento en el pabellón, donde te ofrecen café y dónuts, impresionante. Afuera, hay luna llena y está oscuro como la boca del dip, je, je,...

A las 6 en punto se da la salida a los 175 participantes. No son muchos, y más tarde comprenderé por qué y es que esta prueba es muy exigente y requiere estar en muy buena forma física. El circuito está dividido en tres tramos circulares, con origen en Pratdip, por la Sierra de Llaberia. El primer bucle, de unos 9 km muy técnicos, se inicia por un estrecho sendero pedregoso junto a un barranco, que los corredores hacemos en fila india. Pronto se inicia una fuerte subida entre piedras hasta la cima del Cabrafiga. A la mitad de la subida, el pie me falla intentando salvar una roca y me hiero la barbilla y la rodilla. Ya me he hecho la avería del día, por suerte no sangran mucho... El grupo es compacto mientras subimos y vamos todos aún en fila, aunque en la bajada ya se empieza a estirar bastante. He salido de Pratdip con camiseta de manga corta y una térmica, además del chubasquero, pero al acabar el primer bucle veo que ya tengo calor, así que aprovecho que pasamos de nuevo por Pratdip para acercarme al coche y descargar la mochila. Agua, plátano, naranja y a por el segundo tramo.

Subiendo al Cabrafiga
El segundo bucle tiene unos 15 km y se sube al Mont-Redon por las Crestas de la Seda. Es muy duro y técnico, con algunas sorpresas incluidas. Y es que hay que subir ayudándose de pies y manos e incluso escalar literalmente en algunos tramos, ayudados de cuerdas. Precioso, espectacular, pero también muy peligroso si vas con prisa...  Nuevas subidas y bajadas con muchísimas piedras, y una bajada con cuerdas hasta descender de nuevo hasta Pratdip. Se podría decir que divertido, pero para mí también tremendo, quedando aún más de la mitad de la prueba por delante. Cuando llegamos al pabellón casi se me salen los ojos de las órbitas. Nunca había visto algo igual en un avituallamiento. Normalmente encuentras el típico bocadillo de longaniza, pero esto parece una fiesta. Han puesto platos con el pan en rodajas, untadas de tomate y aceite, con lonchas de jamón, fuet, longaniza a la brasa o queso. El aspecto es tan tentador que me lanzo a por un par de ellas. Tengo que coger fuerzas para afrontar el tercer tramo.

Crestes de la Seda. Foto: Miguel de Pablo.
El tercer bucle, de unos 35 km, es el más largo. El primer kilómetro lo hacemos de nuevo junto al barranco, igual que en el primero, para empezar enseguida a subir bastante intensamente. ¿Os he dicho antes que por senderos llenos de piedras? En una de las bajadas con mucha pendiente y resbaladiza, un chico delante mío me deja impresionada. La baja esquiando. Los esquís son las zapatillas y la tierra y las piedras son la nieve, pero se ayuda de los bastones para saltar de un lado a otro como si estuviera esquiando. Quizá me tenga que acostumbrar a llevarlos, ja, ja,... Después de uno de los avituallamientos (de nuevo espectacular) pasamos por una zona de baja altitud rodeada de vegetación y con algún riachuelo. Los kilómetros y el esfuerzo ya me pesan y me duelen los pies de pisar tantas piedras. Entonces viene lo que me faltaba, me ataca una horda de pequeños insectos que me empiezan a revolotear por la cara y hay dos que se me meten en el ojo. Aunque en muchos tramos está soplando el viento, en esa zona no se mueve ni una hoja, y no hay manera de quitármelos de encima. Así que, como los caballos con su cola, voy moviendo el brazo delante de la cara a ver si los espanto. Por suerte, al ir ganando altitud se van por donde vinieron.

Qué largo que se me está haciendo, es que llevo muchas horas en marcha. Cuando llego al penúltimo control en Llaberia, el cielo está cubierto y se oyen algunos truenos. Los voluntarios me dicen que seguramente no va a haber tormenta, ya que hace viento y en esas circunstancias no suele llover en esa zona. Qué gente más agradable, decido tomarme el avituallamiento con calma y charlar con ellos un rato. Son las 3 de la tarde. Me dicen que quedan 12 kilómetros (¡todavía!) y que serán unas dos horas y media. Casi me da un síncope. Y después de agradecerles que estén ahí por nosotros, me dirijo a afrontar las siguientes subidas y bajadas pedregosas.

Llaberia. Foto: Xavier Capdevila (FEEC)
El paisaje es verdaderamente sorprendente. Estamos en la montaña, pero pasamos por un camino cubierto de arena de playa. Casi parece que pueda oir las olas. Al cabo de pocos kilómetros llegamos al último control, a unos 8 km de la meta. En teoría el perfil es descendente desde ese punto, pero yo no las tengo todas conmigo. Por si acaso, cojo un puñado de frutos secos con una mano y otro de gominolas con la otra. Son las 15:48. Mi idea era acabar antes de las 17 h (en menos de 11 horas) y quizá pueda conseguirlo. Aunque pronto veo que no va a ser tan fácil. Seguimos por caminos con subidas y bajadas con mucha piedra, la mayor parte por el bosque. Bajamos por un antiguo camino de herradura y al final llegamos a una ancha pista (pedregosa, pero pista) que desciende con bastante pendiente. Se ve Pratdip a lo lejos, creo que no deben ser más de 2 km y son las 16:40. Estoy a tiempo de conseguirlo. Empiezo a correr a buena velocidad, voy siguiendo la pista, mirando al suelo para no tropezar. Y llego a un cruce. Me paro. No hay ninguna marca ni cinta. Con la emoción me he pasado una desviación. Se acabó el sueño de acabar en 10 horas y pico. Y ahora ¿qué hago? Si tengo que volver hacia arriba me muero, no tengo ni idea de dónde me he despistado. Por un instante me hundo. Pero al momento siguiente tomo la decisión de seguir adelante. El pueblo está ahí abajo, puedo verlo, y por el camino voy a llegar, no sé cuándo, pero seguro que llego. Pero ¿por cuál de las dos pistas? Decido tomar la de la izquierda. Vuelvo a correr, y llego a un segundo cruce. Ni idea, tomo de nuevo el camino de la izquierda. Y al cabo de un rato encuentro una cinta. Es un camino que viene desde arriba y que atraviesa la pista en ese punto. He hecho algún kilómetro de más, pero al final he tenido mucha suerte...

Cuando estoy entrando en el pueblo oigo sonar las 5 de la tarde en el campanario de la iglesia. Entro en el pabellón y me fichan la tarjeta en 11 horas y 3 minutos. Por poco.

¿Habéis visto qué camiseta más chula?
Como no podía ser menos, el avituallamiento final es la bomba. Hay tortilla de patatas y ¡callos! Llamo a casa para avisarles de que he sobrevivido y me quedo un rato de charla con algunos compañeros que conocía de otras pruebas y otros que he conocido hoy. Todo muy agradable.

Son 25 puntos más y ya tengo 176. La próxima será dentro de dos semanas y las 4 que me quedarán pendientes ya son para después del verano.

¡Hasta pronto!



2 comentarios:

  1. Dura, molt dura però uns punts que aniran molt bé pel campionat. Suposo que dissabte vas somiar amb pedra :-) !
    Un plaer haver-te conegut en persona.

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  2. Admiración total Arantza!!! enhorabuena!! otra prueba más!! curiosa la historia de los Dips :))
    La foto de las roca impresiona!! hacéis carreras de montaña o escalada? jaja madre mía!! te mereces ganar esa copa de verdad!!
    Me encanta tu perseverancia y constancia! a seguir que cada semana queda menos!
    por cierto, me imagino tu cara al no ver la cinta en el cruce con la pista! uf! menos mal que tienes buena intuición! :)
    fuerte abrazo!
    bss
    Tania

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