domingo, 28 de mayo de 2017

VI Compressport Trail Menorca Camí de Cavalls (19-20 de mayo de 2017)

Sábado, 20 de mayo. Llego al hotel pasadas las 9 de la noche, cubierta de tierra, sudor seco y arena. Lleno la bañera de hidromasaje y me intento relajar, aunque sólo lo aguanto unos minutos. Apilo un par de cojines en la cabecera de la cama, me apoyo en ellos y cojo el móvil para leer y contestar los mensajes que he recibido durante los dos días anteriores. De repente, abro los ojos. Todo sigue igual: estoy en la misma postura y la luz de la habitación está encendida. Sin embargo, entra luz por la ventana de la terraza. Son las 7 de la mañana.

Lo he conseguido. He dado la vuelta a la isla de Menorca por el Camí de Cavalls, cubriendo un total de 185 km. El desgaste psicológico es tan grande que ahora mismo no me parece una gran gesta.

Recuerdo cuando conocí la existencia de esta carrera, hace dos años. Lo que me llamó la atención fue la posibilidad de correr por ese entorno maravilloso y disfrutar de los impresionantes paisajes de Menorca. Sin embargo, la distancia era un hándicap importante ya que, por aquel entonces, la máxima distancia que había recorrido eran 54 km. Invertí la mayor parte del 2016 preparándome psicológicamente para la trail de Menorca, mediante mi participación en la Copa Catalana de Marxes de Resistència. Y, 6 meses antes de la prueba, inicié un plan de entrenamiento específico. Sin embargo, a sólo dos meses de la prueba, me hice un esguince de tobillo en la montaña que echó por tierra todos mis planes. Ya pensaba que no podría ir a Menorca, ya que mi preparación no era la suficiente, pero una salida de 100 km a 3 semanas de la prueba me dio la motivación suficiente para comprar los billetes de avión y reservar el hotel. Las cartas estaban echadas.

18 de mayo. Como cada jueves, me levanto a las 5 de la mañana y me dirijo a trabajar a Barcelona. A primera hora de la tarde cojo el metro y voy al aeropuerto. ¡Empieza la aventura!

Llegada a Menorca desde el aire
He reservado plaza en un minibús que hace el recorrido entre el aeropuerto de Maó y Ciutadella. Estoy preocupada porque voy justa de tiempo para recoger el dorsal, pues debo llegar antes de las 20 h. Primera sorpresa agradable de Menorca y sus gentes: el conductor se preocupa por ayudarme y, después de comentarlo con los otros pasajeros, me deja en la misma puerta de la Sala Multifuncional Canal Salat de Ciutadella, donde han habilitado el centro neurálgico de la prueba. A tiempo para recojer el dorsal y la bolsa del corredor, así como para asistir al briefing de la carrera. Pocos minutos después, la segunda sorpresa agradable del día: trato exquisito al corredor, una gran cantidad de obsequios (brik de caldo, barrita y gel 226ers, powerade, cremas, botellita de gin xoriguer, queso de maó, llavero de avarca menorquina, calcetines, camiseta espectacular...). Y aún no se ha acabado el día. A las 21 h llego a mi hotel, donde precisamente Compressport ha organizado una fiesta pre-carrera. Allí me regalan una head-band y ceno a base de pica-pica de embutidos menorquinos, queso de maó, cerveza y ensaimada.

Plaça des Pins de Ciutadella. Antes de la salida.
Teniendo en cuenta que la noche siguiente la pasaré en carrera, hoy es importante dormir. Sin embargo, paso media noche en vela. Ahora tengo calor, luego tengo frío, qué dura es la almohada, es la noche que Kilian Jornet está subiendo al Everest, llevan horas sin noticias de él e inexplicablemente no puedo dejar de preocuparme por si le ha pasado algo... Dan las 7 de la mañana en el reloj y me levanto. La salida de la prueba es las 8:30. Entre que preparo la mochila que llevaré en la carrera con todo el material obligatorio y pongo lo que creo que me hará falta en la bolsa de vida que encontraré en el km 100, se me hace tarde y no me da tiempo de desayunar. No pasa nada, bebo suficiente agua y ya comeré en el primer avituallamiento del km 16,5.

Fuente: Trail Menorca CdC
¡Qué ambiente más increíble en la zona de salida! De los aproximadamente 200 corredores que haremos la distancia más larga, la mitad más o menos saldremos a las 8:30. Los "pros" y los que crean que pueden realizar el recorrido en menos de 30-32 h, saldrán a las 14:30. Me encuentro gente conocida, compañeros de las Marxes de Resistència, qué ilusión saludarles. También están allí unos amigos de Amorebieta, mi pueblo. Oskar también va a hacer la carrera, mientras que Olatz le va a seguir por todos los avituallamientos. No lo sé aún pero, horas después, Olatz va a ser una persona clave en la consecución de este reto.

Salida por todo lo alto, con un precioso espectáculo de caballos del Club Hípico Sa Creueta. Y nos dirigimos hacia el norte, dando la vuelta a la isla en sentido horario. Las condiciones meteorológicas son un factor clave en este tipo de pruebas, y el primer día de carrera son óptimas. Luce el sol que a veces se va escondiendo detrás de pequeñas nubes. Además, el viento sopla moderado en esta costa norte tan agreste. Los caminos están cubiertos de afiladas piedras, castigadas durante siglos por el viento y el mar. El ruido de las olas rompiendo contra las rocas y la visión del mar y ese paisaje de roca oscura tan accidentado hace que los kilómetros transcurran casi sin darse uno cuenta.

Costa norte
Son 185 km, con un desnivel positivo de 2800 m. Eso significa que se puede correr prácticamente en su totalidad (algo impensable para una persona normal) y por tanto hace falta seguir una buena estrategia. En mi caso, avanzo a sentimiento, corriendo cuando el terreno es favorable y caminando cuando no lo es, bien porque hay alguna subida importante o porque el camino es tan accidentado que correr se convierte en una actividad de alto riesgo.

Costa norte

Voy bien, diría incluso que muy bien. En cada avituallamiento, separados entre sí unos 15 km, como algún gajo de naranja, un trocito de plátano, triángulo de pan de molde de crema de chocolate, unos pocos frutos secos, relleno mi bolsa de hidratación y bebo un vaso de Coca-Cola. El día va avanzando, pero no soy muy consciente de las horas que hace que corro. Hacia las 5 de la tarde, 8 horas después de haber salido de Ciutadella, llego al avituallamiento de Platges de Fornells, en el km 53. Allí han preparado la primera comida importante, y me tomo un plato de pasta de colores con verduritas que está realmente riquísimo. Me entrevistan para un documental de Teledeporte, a estas alturas aún estoy animadísima y me encuentro genial. Voy haciendo fotos por el camino, y enviando informes de situación a mi familia por whatsapp. En el km 65, después de 10 horas de carrera, les escribo: "Todo en orden".

Favàritx, km 77, 12 h desde la salida en Ciutadella. El sol se está poniendo y toca preparar el frontal. De repente, ya no me encuentro tan bien. Tengo el estómago extraño y desde aquella pasta del km 55 a las 5 de la tarde no he podido ingerir nada más. Hasta beber agua se me hace desagradable. Por primera vez en toda la carrera, me siento en una silla. Qué mal me encuentro. Allá está Olatz esperando a Oskar y me hace compañía y me anima durante un buen rato.

Caldo Aneto, todo mi alimento.
Intento comer algo, pero se queda en la boca, no lo puedo tragar. Pero veo que también tienen caldo caliente. Me tomo un vaso y al cabo de unos minutos revivo. Me ha sentado fenomenal. Tiro adelante, siguiendo a unos compañeros que van a buen ritmo (demasiado para mi) pero me aterra quedarme sola por la noche. Al cabo de unos kilómetros decido dejarles y me quedo sola. Me he dado cuenta de que es casi más fácil orientarse por la noche que de día y se me va el miedo a perderme. Los hitos (centenares de ellos), separados 50 o 100 metros a largo de todo el Camí de Cavalls, tienen placas reflectantes que se ven a muchos metros de distancia. No hay pérdida. Además, llevo el track grabado en el GPS por si las moscas.

Llego al avituallamiento del km 85. Es noche cerrada y me encuentro peor. Sigo sin poder comer. Afortunadamente, también tienen caldo, así que tomo otro vaso. En ese avituallamiento me alcanza Antoine Guillon, el ganador final de la carrera, que salió a las 14:30. Al disminuir el ritmo y con la baja temperatura nocturna, estoy temblando de frío. Y para colmo ahora tengo que luchar también contra el sueño. Estoy tan dormida que me cuesta caminar recto, voy de lado a lado. La cabeza me pide que me acurruque junto a una roca para dormir, pero la razón insiste en seguir adelante. La verdad es que las sensaciones son impresionantes, sola en medio de la naturaleza, oscuro como la boca del lobo pues casi no hay luna, bajo un esplendoroso manto estrellado. A pesar de mi malestar físico, aún puedo maravillarme. Quedan 15 km hasta Es Castell en el km 100, donde habrá duchas, colchonetas para dormir y encontraré la bolsa de vida. Decido firmemente que allí abandonaré. Incluso llamo a Jordi por teléfono para avisarle. Muerta de frío y sueño y, más importante, sin poder comer nada sólido, no puedo seguir adelante, pues a partir de allí quedarán aún 85 km. Estoy tan mal que tardo 3 horas en recorrer 15 km.

Estacas que marcan el Camí de Cavalls
Llego a Es Castell en el km 100. Pido mi mochila y me voy al vestuario. Me estiro sobre el banco y cierro los ojos. En ese momento entra Olatz, que está esperando a Oskar. Me dedica unos minutos muy valiosos, que me animan a levantarme y darme una ducha. El agua no está muy caliente, lo que me despeja bastante. Me cambio de ropa, me pongo una camiseta térmica y el cortavientos, y me doy cuenta de que soy otra persona. Ya no lo veo todo tan mal. El único problema ahora es comer. Hablo con Olatz, que me insiste en que intente comer algo y que continúe. Me planteo que, si consigo tragar alguna cosa, lo que sea, sigo hasta el siguiente avituallamiento. Casi no me lo puedo creer, pero resulta que tienen arroz blanco hervido, sin nada, tal cual. Pido un plato y poco a poco voy dándole vueltas y vueltas al alimento y consigo tragar cuatro cucharaditas. Y, como me había prometido, salgo hacia el siguiente avituallamiento, Binibèquer, a 15 km de distancia. Debido a la cantidad de horas que he perdido desde el km 85 y en Es Castell, voy cerca del punto de corte, lo que me da un punto de excitación que hace que me vuelvan las ganas de correr. En ese punto (km 115) me alcanza la que será la ganadora femenina, Gemma Avellí, una chica majísima.

Costa Sur.
El cielo está cada vez más claro y ya casi veo bien sin el frontal. Y por fin sale el sol y comienza un nuevo día. Ya no tengo ninguna intención de abandonar. Es más, intentaré recuperar algo del tiempo perdido. Sigo sin poder comer alimentos sólidos, y al final esa situación se alargará hasta la meta, pero no me importa tanto. Con la luz del sol las cosas se ven diferentes.

El segundo día va a ser de sol y calor. El recorrido también es muy diferente, está más poblado y atravesamos muchas playas llenas de turistas tomando el sol y bañándose. A las 7 de la mañana me vuelve a atacar el sueño. Decido jugármela y tomarme un botecito de Energy shot, un buen chute de cafeína. Como es líquido, me entra bien, y veo que al cabo de un rato vuelvo a estar despierta y con el estómago tranquilo. Las horas van pasando muy lentamente. Cada vez hace más calor y estoy bebiendo poco, ya que el agua tampoco me apetece. Hasta que, hacia las 11 de la mañana, paso por delante de un supermercado de esos para turistas, que tiene una carta de helados en la puerta. Decido entrar y me compro un Calippo de naranja. Ya sé que es de hielo, pero me lo como en cuatro mordiscos.

Costa sur.
Hasta ahora había ido charlando en algún momento con algún corredor con el que me encontraba, pero fundamentalmente iba bastante sola, disfrutando muchísimo del recorrido. Pero a media mañana de este segundo día las cosas cambian radicalmente. Resulta que hay 2 carreras más, de 85 km y de 56 km, que recorren la costa sur compartiendo parte del circuito con los que damos la vuelta completa a la isla. Así que, de repente, centenares de corredores y corredoras frescos me van alcanzando, obligándome a apartarme pues mi ritmo y mis fuerzas son muy inferiores. El tráfico por el Camí de Cavalls es ahora muy denso. Destacar que todos y todas, casi sin excepción, me saludan y me animan al sobrepasarme. Hasta en algún momento me pareció exagerado, pues tenía que responder al saludo cada 5 segundos, ja, ja,... Sin embargo, para mí fue la parte más desagradable de la carrera. Físicamente con las fuerzas justas para llegar, psicológicamente no ayuda que tengas que apartarte a cada momento para dejar pasar a centenares de corredores. Sin embargo, insisto en que el buen ambiente y la educación no faltaron en ningún momento.

Camino pedregoso en los kilómetros finales
A falta de 20 km, el camino se convierte en un suplicio para correr. Con las piernas doloridas después de 165 km, tengo que hacer estos últimos kilómetros caminando. Una pena, pues había recuperado bastante tiempo durante las horas anteriores y ahora lo iba a perder. Voy charlando con unos chicos que están en mi misma situación y continuamos saludando a todos los que nos adelantan y nos animan. Este último tramo se hace eterno, pero como todo, al final se acaba y llegamos a Ciutadella. Allí hace horas que están recibiendo a los corredores de todas las carreras. Hacía horas que me imaginaba entrando en meta, y en la emoción que sentiría al hacerlo. Al pasar bajo el arco de meta siento un gran alivio, pero el cansancio es tan inmenso, tan mayúsculo, que casi no puedo ni pensar, me muevo como una autómata. Como si aún no nos hubieran regalado bastantes cosas, en meta nos obsequian con un chaleco de plumas con forro polar, recuerdo de la Trail Menorca Camí de Cavalls. Me lo pongo, pues ya empieza a hacer fresquito.

Son las 8 de la tarde y he tardado 35 horas en completar el recorrido. Pensaba que sería la última, lo que a partir de un cierto momento de carrera me importó bien poco, la verdad, pero al final quedé en la posición 78 (la 4ª chica), de 184 corredores que tomaron la salida y de los cuales abandonaron 95 (¡más de la mitad!).

Felicidad en estado puro. Crédito: Marta Bacardit Photography.

¿Cómo me sentí? Cansada, psicológicamente mucho más que físicamente. Es una carrera para cabezas bien entrenadas. Si eso no falla, el acabar no tiene mucha dificultad si se lleva un entrenamiento moderado. Hacer buen tiempo, como en cualquier otra especialidad, es otra historia...

¿Secuelas? Aunque imagino que el organismo debe estar trabajando a marchas forzadas por dentro, por fuera no noto gran cosa. He perdido la uña del dedo gordo del pie, que yo misma me arranqué porque estaba el dedo infectado, y aparte de eso poco más. He descansado completamente una semana entera y hoy domingo he salido a correr. A buen ritmo, me he sentido bien hasta el km 8,5, que me he notado las piernas pesadas y he vuelto para casa.

¿Y ahora? Ahora volveré al redil durante un tiempo. Ya he visto que las distancias largas se me dan bien y no tengo gran dificultad para completarlas. Eso es porque no me importa entrenar durante horas a ritmos bajos, ya que en realidad disfruto haciéndolo. Lo que he dicho varias veces en este blog y continúo pensando es que lo difícil es correr rápido. Por ese motivo, seguiré insistiendo en mejorar mi marca en maratón. Será mi próximo objetivo para este otoño.

¡Ya os contaré!

9 comentarios:

  1. Vaya epopeya! Es digna de admiración esa fortaleza tanto física como psicológica que tienes! Y qué bonito el apoyo que te brindó ese "angelito de la guarda" llamada Olatz!

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    1. ¡Qué sorpresa verte por aquí, prima! Pues sí, una epopeya. Y la crónica me ha quedado casi tan larga como la carrera, ja, ja,... No sé qué hubiera pasado si no hubiera estado Olatz. Seguramente me habría quedado dormida en el vestuario. Besos.

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  2. Impresionante Arantza!!! impresionante!!!!!! no sabes cuánto me alega leer ésta crónica!! muchisímas felicidades!!! qué pasada!! no me puedo imaginar lo cansada que has debido llegar a meta y a la vez el alivio que has debido sentir!! con el cansancio de una prueba tan larga es difícil saborear el reto superado pero ya ha pasado una semana y me imagino que ahora tienes una sonrisa en la cara que nadie te la podrá borrar en mucho tiempo!!
    Me ha encantado la crónica, eso de correr con sueño y de noche, uffffff no lo puedo imaginar!!
    Lo de comer en pruebas tan largas es una ciencia incierta, creo que todos los blogs que he leído nunca he leído una historia en donde el estómago no de batalla :) cosas del cuerpo.
    Nuevamente muchas felicidades campeonísima!! y tómate un merecido descanso, aunque ya sabes que eres de "descansar" poco jajaja
    bss
    Tania

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    1. ¡Muchas gracias, Tania! Pues he tardado un poquito más de una semana, pero sí, ahora ya tengo la sonrisa en la cara y empiezo a pensar en la posibilidad de repetir, ja, ja,... ¡Besos!

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  3. Felicitats per aconseguir-ho. Espero que hagi sigut una gran experiencia i tot i passar-ho malament ara et queda la satisfacció de acabar-la.
    petons.

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    1. Moltes gràcies, Anna! Doncs al final, la satisfacció suposo que està en superar els propis límits. Ho vaig passar fatal, però ara ja n'estic orgullosa d'haver-ho aconseguit (he trigat uns quants dies en processar-ho tot plegat). Una abraçada!

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  4. M'ha encantat la crònica!!! Felicitats per aquesta gran gesta!! És admirable la teva fortalesa, sobretot mental!!!!
    Una abraçada

    Imma G.

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    1. Moltes gràcies, Imma! Doncs sí, la fortalesa mental és clau en reptes d'aquesta mena. Fins aviat, una abraçada!

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  5. Brutal. M'encanta això del Calippo al supermercat, jaja. Ni gels, ni barretes ni tonteries, un Calippo!
    Poc em queda a afegir després d'aquesta gran gesta que t'has marcat. 185 km quina burrada, quina força per superar-ho i quin coco que has de tenir. Moltes felicitats. Me n'alegro molt!
    Ara qualsevol marxa et semblarà una broma, jaja. I una marató d'asfalt serà com anar a buscar el pa.
    Una abraçada!

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