Campamento Monegros. Foto de Carme González. |
Línea de salida. Foto Isostar-Spain. |
La llegada al campamento, con sus carpas circenses, fue muy emocionante. Había estado muy tranquila hasta entonces pero fue bajar del coche y empezar a temblar. Seguramente también ayudó que hacía un frío que pelaba a las 7 de la mañana en Los Monegros. Fuimos a buscar el dorsal y el material que proporcionaba la organización y sin prisa empezamos a organizar las mochilas. El tiempo corría rápido, ya eran las 8:30 y tocaba pasar el control de acceso a la zona de salida, tocaban las 8:45 y el director de carrera nos daba las últimas indicaciones y recomendaciones, las 9:00 y un cohete nos daba la salida.
Subiendo. Foto: Carme González. |
Recorrido impresionante. Foto Isostar-Spain. |
Durante mis entrenamientos había ensayado estrategias de hidratación bebiendo cada 10 minutos. Y éso estaba haciendo desde el inicio de la carrera. Pero unos kilómetros antes de llegar al segundo punto de control, situado en el kilómetro 26, ví que la cosa no marchaba bien. Mi ánimo iba decayendo por momentos. Hasta Carles se dió cuenta de que cada vez estaba más seria y me dijo que sonriera un poquito. Yo no tenía ganas de nada, hasta pensé en abandonar. Cuando llegué al avituallamiento, ví con gran preocupación que tenía la bolsa de hidratación casi llena. Prácticamente no había parado en el primer control, así que llevaba 26 kilómetros de carrera casi sin beber. ¿Cómo me había podido pasar algo así con lo concienzada que iba en ese tema tan fundamental? Tomé desesperadamente la bebida isotónica que daba la organización en ese punto, así como el agua. Había estado a punto de deshidratarme. Carles me recordó insistentemente que beber cada 10 minutos no era una buena idea, sino que debia beber poca cantidad pero muy seguido. Y así lo hice a partir de entonces, pero como vimos más tarde, mi cuerpo ya había quedado "tocado".
Seguimos nuestra carrera hacia el punto de control número 3, situado en el kilómetro 38. Me empezaban a doler todos los músculos de las piernas, sobre todo los gemelos. Los caminos pedregosos eran una tortura para mis pies, a veces tropezaba con alguna piedra que me hacía ver las estrellas. Siempre sin parar de correr, Carles me dio un Ibuprofeno. Corríamos muy bien, el camino hacía una ligera bajada y estábamos muy animados. Entonces llegó el primer aviso: se me subió el gemelo de la pierna derecha. Un grito de dolor pero el gemelo vuelve a su sitio y no tengo que parar. Carles me dice que es culpa de mi falta de hidratación en los kilómetros anteriores. Con mucha cautela, pues voy notando que los gemelos tienen vida propia, llegamos al avituallamiento. Hacemos unas cuentas rápidas: creemos que sólo quedan 8 kilómetros para la meta. Carles no deja de animarme. Me ha dado una bolsa con sales para mezclar con el agua. Me pregunta si quiero tomarme un gel, pero yo no quiero nada, tengo el estómago revuelto y, a ratos, ganas de vomitar.
Faltan 6 kilómetros para la meta, luego veremos que serán más, y ya se ven las carpas al final de una pista. Pero el diablillo que guió a los que diseñaron el circuito sigue haciendo de las suyas. Nos vuelven a desviar de la línea que conduce al campamento. De nuevo campo a través, tengo que subir unos muros de piedra que delimitan los campos. Apoyo la punta del pie y de nuevo se suben los gemelos. Esta vez ya no puedo correr más, ya es mucho que los gemelos me dejen caminar. Me echo a llorar de desesperación. Carles me sigue animando, dice que vamos muy bien, hasta se ofrece a llevarme a "caballito"... Ya no queda nada, estamos casi en el kilómetro 46, pero no vemos la meta por ningún lado, nos damos cuenta de que va a ser más distancia, pero no sabemos cuántos kilómetros. Me adelanta Montserrat cuando ya casi deberíamos estar en meta, me pide disculpas por hacerlo. Yo le digo que la carrera no se gana hasta que se cruza la línea de llegada y yo he tenido mala suerte, la victoria se la merece ella. Por fin llegamos. Intento volver a correr a ritmo muy tranquilo, clavando talones para mantener las rampas a raya. Ya oigo la megafonía de la línea de llegada, avisan de que llega la segunda mujer. Carles se aparta para dejarme entrar, pero yo le cojo la mano y la levantamos juntos. Si estoy ahí es gracias a él. Han sido 47.5 kilómetros en 5 horas y 14 minutos. No tengo palabras para expresar la emoción y felicidad que siento por haberlo conseguido.
Quizá el año que viene vuelva...
Me he emocionado mucho, sin duda una lucha titánica. Que bien escribes Arantza. Un abrazo
ResponderEliminarMaría Fernández Lourido
Muchas gracias, María, me alegro de que haya podido transmitirte la emoción, pues aún ahora se me saltan la lágrimas cuando recuerdo la experiencia. ¡Un abrazo!
EliminarA pesar de los problemas, has hecho una gran carrera, felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel. Ahora a pensar en nuevos retos...
EliminarVaya carreron te has marcado y tu liebre un 10 para él también. Estas carreras son las que nunca se olvidan.
ResponderEliminarFelicidades!!!!!!!
Hola, Ana. No la voy a olvidar nunca, seguro. Para nada me hubiera imaginado que me iba a marcar tanto. Carles es una gran persona, no muchos harían algo así. ¡Muchas gracias de nuevo y hasta pronto!
EliminarL'any que ve guanyaràs. M'has fet agafar ganes de participar.
ResponderEliminarJo sí que te la recomanaria. Les emocions són del calibre de quan vaig acabar la meva primera marató. Tenim un any per pensar-hi. Fins aviat!
EliminarEnhorabuena por acabar pese a todo y por contar con tan buenos amigos como Carles.
ResponderEliminarHubo momentos en que me dio mucho miedo no acabar. Pero tengo la cabeza bastante dura... ¡Hasta pronto!
EliminarEn estas carreras tan duras no hay que esperar otra cosa que sufrir bastante, acabastes la carrera y debes de estar orgullosa por tu lucha grandiosa, !!!ENHORABUENA!!! Arantza.
ResponderEliminar¡Hola Paco! Una gran lucha, sí. Me he demostrado a mi misma que puedo con ello y estoy muy feliz. ¡Muchísimas gracias!
EliminarQué rabia no haberte dado cuenta de beber un poco más!! creo que ha sido una novatada, de lo contrario estoy segura de que hubieras ganado. Aún así, es un gran triunfo porque debió de ser muy duro. Cuando explicas lo del estómago revuelto y las ganas de vomitar, no veas cómo te entiendo. Cuánta angustia te entraría de no ver la meta, pero sobre todo: ¡qué valiente has sido!! Mi marido está alucinado contigo, te admira sinceramente pero no tanto como yo, que también trabajo fuera de casa y sé lo que es la preparación de una carrera. Enhorabuena por tu triunfo, has sido una campeona. Recibe desde Madrid nuestra más sincera felicitación, Jesús y Silvia.
ResponderEliminarHola, Silvia y Jesús, sois muy amables, de verdad. Ha sido duro, no sólo la carrera sino también la preparación, como ya sabes por propia experiencia, buscando las horas y sacrificando siempre alguna cosa. También esta vez me está costando más recuperarme. Muchas gracias por vuestros mensajes de apoyo durante tanto tiempo. Un abrazo.
EliminarQué emocionante tu crónica! Seguro que en la IDM del año que viene no te pasa, eso de la hidratación :-) Cuídate mucho. Abrazos.
ResponderEliminarYo me estrenaré este año en la distancia, en la maraton de BCN y quiero hacer la starter con mucha ilusión. Buena crónica. Me ha ayudado ver una pincelada de lo que me espera, porque seguramente vivirlo es incomparable. Un abrazo desde Mallorca!
ResponderEliminarHola, LiL, qué valiente de estrenarte en el maratón y atreverte a hacer la IDM tan pronto. Te deseo mucha suerte, la clave es la hidratación. Quizá coincidamos en Barcelona. ¡Un abrazo!
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