lunes, 14 de noviembre de 2011

Crónica del maratón de la Costa Daurada (13 de Noviembre de 2011)

Ayer finalicé mi segundo maratón. Hacía meses que lo había escogido en el calendario de los maratones de otoño y desde primeros de Agosto que estaba entrenando específicamente para esta carrera. La semana previa al evento la pasé con muchos nervios, sin saber si debía entrenar mucho, poco o nada. Al final, el destino decidió por mí, pues el miércoles tuve que viajar a Valencia por trabajo, lo que me impidió entrenar más. Pero el trabajo ya estaba hecho, después de 15 semanas siguiendo fielmente el plan de entrenamiento.

Aunque la localidad de Salou donde se celebra el MCD está a poco más de una hora de Tàrrega, donde resido, decidimos desplazarnos allí el día antes, para así estar más tranquilos y no tener que madrugar tanto el domingo. Aprovechamos la oferta del Hotel Caribe de Port Aventura para una noche, con entradas al Parque incluídas, aunque sabíamos que las podríamos aprovechar poco. La Feria del Corredor estaba también en el Hotel Caribe. Recogimos el dorsal y la bolsa de obsequios, con una camiseta Nike muy bonita de color blanco con las letras MCD en verde. Además, el diseño de la camiseta era masculino y femenino, un gran detalle de la organización desde mi punto de vista. Allí también descubrimos que tanto la salida como la llegada del maratón estaban en la puerta misma del hotel, una sorpresa muy agradable, pues casi se puede decir que podíamos pasar de la cama a la línea de salida. El sábado por la noche fuimos a cenar a Port Aventura, a base de pizza. Estaba a tope de gente, sobre todo jóvenes que disfrutaban de los nuevos espectáculos y decoración de Halloween.
Fue una noche difícil, debido a los nervios. Un poco antes de las 6 de la mañana nos levantamos para desayunar. Pensábamos que seríamos los únicos, pero el comedor estaba a tope de corredores. El desayuno incluía un buffet lleno de alimentos sabrosísimos de todo tipo. Sin embargo, tuvimos que girar la vista a otro lado con tristeza y conformarnos con un vaso de zumo de naranja, un té y una tostada con mermelada.

A las 9 de la mañana estábamos todos en la línea de salida, unos 500 corredores para la maratón y más de 900 para la carrera de 10 km que se celebraba conjuntamente. Aquí ocurrió la primera incidencia, pues los minutos iban pasando y no se daba la salida. De repente, el pelotón empezó a avanzar, pero resultó ser una salida falsa y todos tuvimos que recular detrás del arco de salida. Parece ser que un autocar había invadido el circuito y la policía local no dejaba efectuar la salida hasta que estuviera resulta la incidencia. Esto fue al cabo de 30 minutos, cuando finalmente lanzaron el cohete con confetti y salimos.

El primer kilómetro fue un poco complicado, esquivando a otros corredores y buscando una vía libre para estabilizar mi ritmo. Buscaba a la liebre de 3:30, que en este caso era Robert Mayoral, un conocido triatleta, pero no lo ví, así que cuando pude encontrar camino libre me situé a una velocidad entre 4:55 y 5:00 min/km, controlando en todo momento mi Garmin Forerunner. Enseguida ví que las marcas kilométricas no coincidían con la distancia que me marcaba mi GPS. Esto hubiera sido un gran problema si hubiera controlado mi velocidad según los tiempos entre marcas de kilómetro, como hacen muchos corredores, pero decidí fiarme solamente de mi Garmin. A los pocos kilómetros me topé con un grupo muy numeroso en el que descubrí al "pacer" de 3:30. Quise quedarme con ellos, pero en el kilómetro que corrí a su lado el Garmin me marcó unos segundos por encima de 5 min/km, así que decidí continuar con mi ritmo anterior y adelantarlos ligeramente. El circuito discurre al lado del mar entre las localidades de Salou y Cambrils. Por allí había entrenado muchas veces en verano. Ayer, sin embargo, la meteorología quiso obsequiarnos con un fuerte viento que soplaba en contra de nuestro avance en el camino de vuelta de Cambrils a Salou, como una pared que frenaba nuestro avance. Me costó muchísimo mantener el ritmo todos esos kilómetros, pero conseguí llegar al medio maratón a la par que el grupo de la liebre de 3:30. Pero el esfuerzo en luchar contra el viento y los tramos de subida hicieron mella en mis piernas, y al inicio de la segunda vuelta al circuito perdí a la liebre.

Esto me desmotivó bastante, y para evitar pensamientos negativos dejé de mirar el cronómetro. Corría por sensaciones, y creía que no estaba perdiendo mucho tiempo sobre mi previsión inicial. Pero al girar en Cambrils y encarar de nuevo el camino a Salou volví a encontrarme con el viento, y esta vez no lo pude dominar. Ese muro, junto con la cantidad de kilómetros que ya llevaba recorridos hicieron que mis pasos fueran haciéndose cada vez más lentos. Ya no me importaba nada, así que reducí la marcha hasta saber que a esa velocidad llegaría seguro a la meta, e intenté mantener la cabeza centrada. Otro problema que me encontré fue una sensación de sed espantosa durante toda la carrera, que no podía saciar en los avituallamientos. Me extrañó bastante, pues yo normalmente bebo un par de sorbos casi por obligación, pero esta vez me bebía la botella entera, y volvía a necesitar agua antes de llegar al siguiente punto de avitullamiento. Pienso que quizá fuera debido al calor que hizo ayer y a la evaporación causada por el viento. Para colmo de males, un pequeño pliegue en el calcetín se estaba convirtiendo en una tortura insoportable, pero de ninguna manera quería parar, así que decidí aguantar hasta la llegada.
Tiempo real: 3 h 39 min 42 s

Fui adelantando corredores que iban andando. Yo seguía a mi ritmo, con los pies muy cercanos al suelo, rogando por no tropezar y caerme de bruces. La gente nos animaba por nuestro nombre, que llevábamos escrito en el dorsal. Es una sensación rara, pero agradable. Mi cabeza no pensaba en la meta, sólo visualizaba el siguiente kilómetro, no más allá. Miraba adelante todo el tiempo pues si miraba al suelo notaba que me mareaba. Por fin llegaron los dos últimos kilómetros, en subida. Al irme acercando a la llegada los lados de la carretera estaban cada vez más llenos de espectadores, todos animando y aplaudiendo. Es muy emocionante, y no pude resistir el impulso de acelerar hasta el arco de llegada, donde me colgaron la medalla de "finisher".

¡Qué diferentes fueron las sensaciones cuando finalicé mi primer maratón! Miraba al frente, feliz y sonriente, con los brazos en alto. Esta vez apretaba los dientes, y ni siquiera levanté los brazos. Estaba triste por no haber conseguido el tiempo para el que había entrenado tan duro. Después ví que había acabado en 3 h 39 min, rebajando en 4 minutos mi marca del maratón de Empúries. También ví que habia quedado cuarta de la clasificación general femenina y primera de mi categoría. Subí pues al podio y recibí un trofeo monísimo, con la imagen de la mascota de Port Aventura.

Ayer pensé que nunca más correría un maratón y ya veríamos si distancias más cortas. Hoy sin embargo estoy más animada y he inspeccionado el calendario de carreras. Quizá en Diciembre vuelva a participar en alguna carrera. Y es que a veces la memoria es tan frágil...

4 comentarios:

  1. Enhorabuena, felicidades, una mas terminada, en mi opinión la hiciste perfecta. Eso de que no harás ninguna mas, deja pasar unos días y ya veras como cambias de opinión, solo tienes que dejar descansar tu cuerpo y volver a sentir ese cosquilleo de hacer una nueva, con otros objetivos. Animos.

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  2. Gracias, Anna. Con el paso de los días me voy recuperando (de cuerpo y alma). A ver si el fin de semana entreno un poco y recupero la ilusión...

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  3. :-(
    Cada línea de esta crónica que tú cuentas con pena y desaliento, yo la veo como una gran proeza y finalmente con un resultado excelente. ¡¡En serio!! Para ser tu segundo maratón y teniendo en cuenta que esto es un pasatiempo... ¡lo haces sobresaliente! Incluso sin tener en cuenta eso. Enhorabuena de verdad.

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  4. ¡Muchas gracias! No sabes cómo me reconforta tu comentario y me ayuda a pensar en positivo. Un abrazo.

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