viernes, 19 de enero de 2018

Runner's blue

"De todas las cosas que comportó para mí la experiencia de la ultramaratón, sin embargo, la más significativa no fue de carácter físico, sino espiritual. Me trajo una suerte de apatía espiritual. De pronto, algo que podría denominarse la tristeza del corredor, el runner's blue (aunque se acercaba más a un blanco turbio que al azul) me envolvía como una fina película. Terminada la carrera, se enfrió esa pasión que antes sentía por el acto de correr en sí. Por supuesto, influía también el hecho de que me estaba costando bastante recuperarme del cansancio físico que me había generado, pero no era sólo eso. Ya no conseguía localizar en mi interior tan claramente como antes el entusiasmo por querer correr".

Esto lo escribía Haruki Murakami en el año 2005 refiriéndose a la carrera de 100 km del lago Saroma (Hokkaido) que corrió en 1996.

Leí "De qué hablo cuando hablo de correr" hace bastantes años, cuando empecé a participar en carreras. Recuerdo que el libro me gustó muchísimo. Entonces, ni siquiera me pasaba por la cabeza correr un maratón, y mucho menos adentrarme en la ultradistancia, así que muchas de las cosas que explicaba Murakami no las podía entender del todo. Sin embargo, después de los 185 km de la UT Camí de Cavalls de hace unos meses, reconocí en mí la apatía de la que hablaba el escritor. Así que recuperé el libro con el ánimo de encontrar respuestas.

Niebla.
Con la experiencia adquirida durante todos estos años, ahora puedo entender mejor las reflexiones de Murakami. Y, cuando llegué al capítulo de la carrera del lago Saroma, me sentí completamente reflejada en sus palabras. Murakami explica que, en esa carrera, debido al gran esfuerzo, pisó un terreno distinto y experimentó un "vaciado de consciencia". No sabía cómo ni por qué surgió su tristeza del corredor, que le hizo perder el interés en correr a toda costa. Pensó que tal vez se había hartado de correr, que lo había hecho ya durante demasiado tiempo. También creyó que quizá se había topado con la barrera de los años. Empezó a poner algo de distancia entre el correr y él, "como la que se pone frente a ese amor que ya ha perdido la irracional pasión que domina en los inicios".

Yo siento exactamente lo mismo. Y también he llegado a pensar que me habían caído de repente encima todos los años que tengo. No he encontrado las respuestas en el libro, sólo una reconfortante experiencia similar. El final es, sin embargo, esperanzador. Después de largo tiempo, Murakami consiguió salir de la bruma, aunque sin tampoco poder explicar cómo.

Todas las cosas, desde la distancia, se ven con más perspectiva.

4 comentarios:

  1. Hola Arantza! me ha gustado muchísimo esta última entrada del blog! Ese vacío tras el chute inicial. Esa sensación de que salir a correr se ha vuelto una obligación y no una grata experiencia que te da felicidad. Pero,sobre todo, el ser consciente de la propia pérdida del entusiasmo por correr...aterra. Sobre todo por el miedo que produce la incertidumbre de no saber si esa pérdida es para siempre o recuperarás algún día el entusiasmo por correr. leyendo el libro de Murakami y viendo que otras personas han pasado por una experiencia similar te reconforta. Yo creo que son malas rachas por las que pasamos en nuestra vida. Y lo mejor es no pensar demasiado en cuáles son las causas y no intentar encontrar una solución "forzándote" a "disfrutar" cuando sales a correr. Ahora a relajarse, dejar fluir los acontecimientos y dejar que con el tiempo todo vaya poniéndose en su sitio. Sin pensar demasiado en ello, y ya verás como la ilusión por correr vuelve! Y cuando te vayas recuperando de la lesión te encontrarás muchísimo mejor! Tiempo y descanso.
    Un abrazo muy fuerte!

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  2. Sí, aprovecho el blog para dejar mis experiencias, que no todo son flores y violas, je, je,... Un abrazo.

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  3. Dos palabras que significan mucho ... "vaciado de consciencia" ufffff pues te soy sincera, casi todos los años paso por un período similar, de hecho me esfuerzo a dejar la bici por un mes o mes y medio, me doy un descanso mental y mira que funciona. Esa chispa siempre vuelve, tarda en volver pero vuelve :) y también volvemos con otra mirada con otro enfoque, y con otras ganas!
    Soy de las que no me gusta cuando me dicen que hay que darle "tiempo al tiempo" porque todo se ve tan lejano pero es así, tiempo al tiempo.
    Fuerte abrazo!
    Tania

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  4. Yo, Ignacio Acosta, conviví por un tiempo con Mirella Nérida Valcacer, tuvimos un hijo que actualmente tiene 4 años, de un tiempo para acá el comportamiento de mirella se volvió más agresivo, peleaba por todo, a tal punto que entro en violencia doméstica, Un día peleo tanto conmigo que llego a pegarnos tanto a mi como al niño. La denuncie y como respuesta consigo que secuestro al niño, aparte de eso se llevó el dinero y por ultimo legalmente me quita la casa porque se hizo pasar por víctima. Pensé que era una buena mujer, pero no, las apariencias engañan fue un gran error en mi vida.

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