lunes, 3 de marzo de 2014

7 segundos

¿Os ha pasado alguna vez el encontraros en la línea de salida de una carrera y pensar en qué diantres estáis haciendo allí? A mí muchas veces, pero el domingo en la Mitja Marató de Cambrils tuve mucho tiempo para pensarlo. Al final, de todas las carreras te llevas algo, y estos 7 segundos hicieron que para mí valiera la pena estar allí ayer.

Vídeo de corriendovoy.com

Guardaba muy buenos recuerdos del año pasado en esta carrera, en la que conseguí mi mejor marca personal en medio maratón. Era, además, la última prueba de la Half Marathon Series de Tarragona en la que estoy participando. Este año la carrera ha crecido. Con más de 2.500 participantes, se podía escoger entre la modalidad de carrera en patines, 10 km o 21,1 km. La salida de los patinadores y de los 10 km era a las 9:30 y, supongo que para evitar aglomeraciones, retrasaron el medio maraton hasta las 11 de la mañana. Sin embargo, la recogida de dorsales se cerraba a la misma hora para todos, así que tocó madrugar y presentarnos en Cambrils a las 9 de la mañana para recoger el dorsal y la bolsa del corredor. Después, a esperar durante 2 horas. Por cierto, que de nuevo me quedé sin camiseta de mi talla. Ya sé que no será por camisetas, pero si seguimos así, pronto voy a llenar el cajón de mi hijo y a vaciar el mío, ja, ja,...

A las 11 en punto se da la salida. No hace mucho calor, pero el sol pica y, además, se ha levantado un viento del sur bastante fuerte que ya ha tirado al suelo una de las vallas de la organización. La salida es en bajada y el primer kilómetro lo hago a 4:15 min/km, aunque a partir del kilómetro 2 me pongo a mi ritmo habitual de 4:30 min/km en la primera parte de la carrera. En el kilómetro 3 ya pienso en parar. En el avituallamiento del km 5 giramos 180º y no paro por los pelos. Igual hay que volver, así que sigo corriendo. Me digo que cuando pase por meta en el kilómetro 10 abandono. Paso por el arco de 10 km en casi 47 minutos. Muchos corredores ya se quedan allí. Yo sigo adelante y encaro la segunda vuelta al circuito. Aunque intento distraerme, estoy pensando todo el rato en parar. Pero sólo es la cabeza, porque en realidad no tengo ninguna excusa para hacerlo, no me duele nada. Mi ritmo de crucero es 4:50 min/km, lo puedo mantener sin esfuerzo, más rápido me exigiría una fortaleza mental que hoy no encuentro por ningún lado. No tengo ganas, pero tengo que acabar, es la última prueba del circuito y voy la quinta de la clasificación general femenina de la Serie.

En el kilómetro 14 me pasa la liebre de 1:40. Lo conozco, nos vimos en el medio maratón de Tortosa de hace tres semanas donde casi hago MMP. Me pregunta qué hago allí, me coge de la cintura y me intenta enganchar al grupo. Pero yo ya lo doy por perdido y poco a poco me desengancho. En el kilómetro 15 veo a una chica que me suena. Creo que es Maria, la cuarta clasificada de la Serie. Yo no voy bien, pero creo que ella va peor. Cuando la alcanzo no soy capaz de adelantarla como si nada. Me pongo a su lado y me dice que no se ha recuperado del maratón de la Costa Daurada, que desde entonces ha perdido la forma y que hoy la voy a pasar. Entonces le propongo que corramos juntas y ella se adapta bien a mi ritmo de crucero. Corremos juntas los kilómetros que faltan. En el 19 le digo que sólo faltan dos kilometrillos, son palabras de ánimo para las dos. Por fin llegamos a meta. Nos cogemos fuerte de la mano y pasamos juntas bajo el arco de llegada. Hoy no importan los tiempos ni las clasificaciones. Me llevo de esta carrera algo mucho más importante.

¡Hasta pronto!