El despertador suena a las 5:30 de la mañana. No me cuesta levantarme, ya que hace más de dos horas que estoy despierta. Es normal que, por los nervios, la noche previa al maratón sea complicada. No me encuentro muy bien y, cuando me pongo el termómetro, veo que tengo fiebre. ¡Qué mala suerte! Además, la meteorología va a ser especialmente dura hoy. Para desayunar me tomo una botella de 500 ml de Long Energy y una barrita High Energy de Isostar, y un té a la canela. De postre, un ibuprofeno. Ya vestidos con el uniforme del club, Jordi y yo salimos hacia Tarragona, ciudad situada a una hora aproximadamente en coche desde Tàrrega.
Escollera Port Tarragona. Fuente: porttarragona.cat |
Fuente: http://pasionporelrunning.com/2013/01/22/fotos-mcd-by-jj-vico/ |
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La segunda parte de la carrera se hace muy dura. Hay tramos de subida muy largos con vientos sostenidos de casi 60 km/h (fuente: estación automática del Servei Català de Meteorologia), de fuerza 7 en la escala de Beaufort. Las rachas son mucho más fuertes y hay veces que literalmente no nos dejan avanzar. A partir de aquí reduzco la marcha sensiblemente y la liebre de 3:30 se me va. Así que dejo de mirar el cronómetro y corro por sensaciones. Una larguísima subida pasado el kilómetro 30 nos lleva a una pista de atletismo. Llego completamente deshidratada y en ese momento la cabeza me falla y me pongo a caminar. Tengo mucha sed, y estoy harta de tragar sorbos corriendo y cayéndome encima la mitad. Quiero beber bien, y hago todo el recorrido de la pista andando y con la botella en la mano. Creo que he perdido dos minutos. Cuando salgo de allí vuelvo a correr de nuevo. Ahora bajamos durante un buen rato y vuelvo a recuperar el ritmo. En el kilómetro 34 me doy cuenta de que llevo los auriculares del mp3 puestos pero no lo he enchufado aún. Pienso que la música me puede dar un empujón en estos kilómetros finales y la pongo. El efecto no es el esperado. Me duele la cabeza y la música sólo me lo empeora. Justo entonces me encuentro a la liebre de 3:30. Va solo, andando.
En el kilómetro 40 pasamos por debajo del arco de llegada. La verdad, me parece que eso es someter a los corredores a una tortura psicológica indescriptible. Nos hacen volver al espigón a hacer los dos kilómetros que faltan. Lucho por mantener la mente tranquila y distraída. Ya se acerca la meta. Durante los últimos metros seguimos con el viento en contra. Pienso que no voy a poder dar una imagen digna en la foto de llegada. Piso la alfombra de cronometraje y paro el Garmin. Con un tiempo de 3 h 39 min 08 s he rebajado en 34 segundos mi mejor marca en maratón. Aspiraba a algo más, pero hoy era imposible. Jordi, como siempre, me está esperando. Él ha hecho 2 h 57 min 00 s, pero tampoco está contento, ya que había entrenado para hacer una marca mejor. Y es que todo es tan relativo...
Hoy me estoy recuperando física y psicológicamente del gran esfuerzo de ayer. Pronto decidiré mi próximo objetivo.
¡Ya os contaré!
Fuente: http://www.corriendovoy.com/evento.php?id=752&seccion=atletismo