lunes, 1 de julio de 2013

La Cursa del Llop

Por Jordi Seguí

TRADUCCIÓN LIBRE DEL CATALÁN POR ARANTZA (documento original aquí)


Tenía una espina clavada en esta carrera. En 2009, como buen pardillo, me inscribí en la subida a Caro, hoy por hoy el medio maratón sobre asfalto más duro del Estado. Aunque bien mirado no tiene nada de especial: sales de una cota de 6 metros y acabas cerca de los 1200.

Río Ebro desde Tortosa. Monte Caro al fondo.
Este año pasamos la noche en Cambrils y, poco antes de las nueve de la mañana, ya entrábamos en Tortosa. Al salir de la autopista, a mano derecha, se veía la imponente silueta del Massís dels Ports. A la izquierda, la calima del delta del Ebro se elevaba suavemente anunciando que no soplaría nada de viento.

Hay un detalle de esta carrera que me cuesta entender: se hacen 2 kilómetros neutralizados desde Tortosa hasta Roquetes. Que no cuentan. Que no sirven para nada más que para cansarte. En 2009 los corrí de los primeros, haciendo alarde de mi buen estado de forma. Me dijo una vez un buen compañero que nunca se deben hacer alardes en un entrenamiento o, en este caso, en una neutralización. Así que este año llegué a la línea de salida de Roquetes casi el último. Aran ya estaba preocupada por si me había pasado algo. "Se te ve correr desmadejado, ¿no estás bien?", me dijo. "Sí, pero aquí todavía no hay que correr" le respondí. "Hombre, ¡pero ni tanto ni tan poco!" contestó ella.
J. R. Sanahuja y Jordi Seguí.

En esta carrera conocí a Mario, un gran corredor, en 2009. Este año, a 300 metros de la salida, me encontré a Josep Ramon Sanahuja, J. R., grande en todos los sentidos (ver la foto). Su esposa es de Roquetes y este fin de semana estaban allí. Llegó a Tàrrega desde Ulldecona en 1995. Allí, en Ulldecona, después de trabajar 10 horas en una fábrica no tenía nada más que hacer que subir a la ermita de la Pietat y bajarla corriendo, para tonificar. Ahora se entiende aquello de "el hombre de las millas". Nos despedimos y me deseó suerte. "¡A ver!" le dije, "no las tengo todas conmigo".

Me coloqué en una discreta segunda fila detrás de las murallas de triatletas esculturales, equipados con gafas polarizadas, maillots estrechos, mochilas de hidratación, medias compresoras, súper zapatillas, vistosas gorras, ... una auténtica pasarela de moda. A las 10:15, al tercer intento, el disparo de salida. Ahora sí, ¡a correr! El camino se estrechaba y los corredores que tenía por delante no me dejaban pasar. Al final me escurrí entre dos de ellos. Una vez hablaba con un compañero sobre la gente que se pone delante y no te deja pasar. Me dijo: "Ponte tú delante." Pero ... ¡es que delante están los buenos!

A sufrir. Ya lo esperaba. Ni una sola racha de aire fresco y con mucha humedad. Los primeros kilómetros son muy importantes, pues es donde se puede decidir todo. Si voy muy rápido puedo pagarlo después y si voy demasiado despacio también. Hoy no hay descanso, todo es subida. Antes del primer kilómetro me doy cuenta de que no he puesto en marcha el Garmin. ¡Empezamos bien!

En Tàrrega he entrenado mucho, pero no estas subidas. A ver qué pasa. De momento el pie no me duele demasiado. En el km 5 me reencuentro con J. R., que me hace una foto mientras estoy tomando un gel. Si no lo hago ahora luego no podré. Me dice: "No digas nada". Pero le contesto: "Esto es un infierno".

Subida a Caro.
Hasta aquí todo eran curvas y más curvas, cuestas y más cuestas. Por fin llegamos a espacio abierto, en una recta interminable en subida. Hay quien dice que después de una recta viene una curva, yo también creo que después de una curva viene una recta. Todo depende de cómo esté el cuerpo. Me acordé de un chico que era piloto de coches de carreras. Era especialista en sacar siempre un rendimiento extra a los coches. Un asesino en la pista pero una gran persona fuera. El sábado, en los entrenamientos cronometrados, se murió un compañero suyo, Roland Ratzenberger. Este hecho le afectó mucho. Mientras examinaba cómo había ocurrido el accidente, el médico, el profesor Sid Watkins le dijo: "Ayrton, ya lo has conseguido todo, ¿por qué no nos retiramos y vamos a pescar?". "No puedo, Sid", contestó. Al día siguiente, en la carrera, con Michael pisándole los talones, se estrelló en la curva de Tamburello. Cuando el profesor le quitó el casco, Ayrton expiró. Desde el 1 de mayo de 1994 ningún piloto de Fórmula 1 ha muerto en carrera. Tienen una buena carrocería. A ver la nuestra.

Km 12.
Con estos pensamientos ya habíamos pasado el octavo kilómetro y ya estábamos en las grandes rampas.  Notaba la altitud, me faltaba oxígeno para poder mantener el ritmo y las bocanadas de aire no eran suficientes. Lo que me daba miedo era llegar al km 15. Allí hay un gran meandro en la carretera con un avituallamiento y una ambulancia. En 2009 creo que me echaron Reflex y tuve que parar a andar, así avanzaba más que corriendo. Este año, un chico que tenía delante iba parando y cuando le pasé me dijo: "¡Sobre todo no te pares!".

Las últimas rampas son más duras durante 3 kilómetros. La carrocería aguanta bien pero falta oxígeno al motor. "Calma y aguanta un poco más, no te rompas como el Williams de Ayrton". Los ritmos son escandalosos, desde un poco más de cuatro minutos por kilómetro en los primeros compases a más de seis ahora. "Vas bien de tiempo. Calma y serenidad ". Dicen que las vistas desde aquí arriba son impresionantes. Es cierto, se ve el Ebro serpenteando pero no puedo parar a hacer una foto.

A partir del kilómetro 18 las pendientes se suavizan pero no se acaban. "Sufrimos un poco más, un poco más y no habrá que volver nunca más". En la recta de llegada, 500 metros en subida, veo a Aran gritando, a Ainhoa ​​saltando y a Aleix aplaudiendo junto con Amparo, Enric y Jordi, unos amigos de cuando Aran trabajaba en el Observatorio del Ebro. Brazos arriba y ya se ha acabado el sufrimiento. El chasis ha aguantado. Mientras estaba arrodillado, invocando a los dioses, oigo que dicen duodécimo de la general y primero de la categoría. Al final 1 hora 53 minutos y 5 segundos.

Mientras esperábamos la entrega de premios comentaba con un chico lo fuerte que es toda esta juventud, que no se cansan. Él me decía que sí se cansaban pero yo le contesté que, de acuerdo, pero que lo hacen más tarde. Nos echamos a reír. Le felicité porque había quedado primero. Aran me preguntó: "¿Sabes quién es?". "No, respondí". "Es el tricampeón del mundo de carreras de montaña", me dijo. La humildad de los campeones.

¡Ah!, por cierto, justo antes del kilómetro quince vomité y me querían hacer parar.

¡Estos no me conocen!

1 comentario:

  1. Déu n'hi do. Felicita'l de part meva. M'hagués agradat ser-hi per veure'l arribar. A la propera.
    Una abraçada,
    Miquel

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