Quito tres y quedan siete

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El domingo completé la tercera semana de mi plan de entrenamiento específico para maratón. Han sido 78 kilómetros de running esta semana, al igual que la anterior, repartidos en 5 días. Se me hace muy extraño seguir un plan de entrenamiento para maratón a estas alturas del año. Sin embargo, me lo estoy tomando con mucha calma, centrando mis esfuerzos en conseguir una buena resistencia y aclimatación al calor. No podría ser de otra manera, pues con el cambio de tiempo he notado un descenso brusco de mi rendimiento en los entrenamientos. Sé que es por culpa del calor, pero no está de más consultar a Bob y Shelly-Lynn Glover, autores del estupendo libro "Manual del corredor de competición". Allí he podido leer que con el calor se produce un descenso del ritmo de carrera de 12.5 segundos por kilómetro, a los que habría que añadir más tiempo en el caso de que no se realice una buena hidratación.

Así que uno de los aspectos que estoy cuidando durante mis salidas es la ingesta de líquido, antes, durante y después del entrenamiento. Estos días he hecho la prueba de pesarme antes y después de ir a correr y me he dado cuenta de que, aún  después de haberme hidratado bastante a la llegada, pensando que ya era suficiente, algún día mi peso aún estaba medio kilogramo por debajo de su valor anterior (!).

Como os he ido explicando en otras entradas, la Isostar Desert Marathon es una carrera en semi-autosuficiencia, en la que el corredor tiene que cargar a su espalda una mochila con comida, material obligatorio y el líquido necesario entre los puntos de control, que pueden estar separados unos 12 ó 13 kilómetros. Todo esto hace que la elección de la mochila sea un tema muy importante. Así que he estado varias semanas dándole vueltas: he preguntado a amigos, he buscado y rebuscado por internet, y he visto que es igual de difícil escoger una mochila que comprarse unas zapatillas por vez primera.

Si algo tenía claro es que no quería cargar con bidones, sino que prefería una mochila tipo CamelBak. La razón de ello es que los bidones me pesan demasiado, seguramente debido a la distribución de la carga, que se me hace más llevadera con una bolsa de agua a la espalda. Y como soy una persona que doy bastante crédito a las experiencias personales, enseguida me decidí por buscar la Lafuma UT 3, que tan buen resultado le había dado a la amiga Atalanta. Pero no conseguí encontrarla, así que, después de sondear un poco más,  al final me decidí por una Salomon XA 10+3, que encontré a un precio asequible en un comercio deportivo de mi ciudad, incluyendo la bolsa de hidratación. La estrené el domingo, en una salida de 120 minutos en las horas centrales del día y quedé encantada con ella. Así que otra cosa que ya tengo resuelta.

Y continuando con mi trabajo de "Embajadora del infierno", esta semana he grabado mi segundo vídeo para Isostar. Como os conté, en este proyecto se trata de mostrar cómo se preparan para este desafío siete corredores populares, de los que yo tengo la suerte de formar parte. Aquí os lo dejo:



Y si queréis conocer a los otros embajadores podéis encontrar sus vídeos aquí.

¡Hasta pronto!