domingo, 8 de marzo de 2015

Marxa dels Castells 2015

Imagen: http://marxadelscastells.com/wpmarxa/

La Marxa dels Castells son 54 kilómetros de caminos por la comarca de La Segarra, con un recorrido circular que empieza y acaba en Guissona. La hice el año pasado; entonces era la máxima distancia que había recorrido hasta el momento y quedé tan encantada que este año he querido repetir.

¿Cómo se entrena algo así? Pues, desde el maratón de la Costa Daurada-Tarragona del 18 de enero, he continuado con el mismo plan de maratón y los 5 días de salidas semanales. En las 6 semanas que han tanscurrido desde el maratón, las salidas largas que he hecho han sido de 23 km, 26 km, 30 km y 3 competiciones de medio maratón. Una agenda demasiado apretada de cara a llegar descansada a la Marxa, sobre todo por los 3 medios maratones, pero estos formaban parte de otro objetivo de la temporada que tampoco quería perder.

El domingo pasado hice el medio maratón de Cambrils. Este me pasó factura y empecé la semana con dolor en la parte externa de las rodillas, cosa que me asustó bastante, pues las dos lesiones serias que he tenido han sido por ese motivo. Así que he pasado la semana sin correr ni un solo kilómetro, sólo he hecho 3 días de bicicleta estática, 1 hora cada día. Y así, sin saber si podría correr o no, me he plantado en la línea de salida a las 7 de la mañana del domingo. Me acompañaba Jordi. Para él era la primera vez que corría una distancia superior al maratón y también la primera vez que lo hacía fuera del asfalto. Es rarísimo que haya asistido y, si lo ha hecho, es porque está en las primeras semanas del plan de entrenamiento para maratón y un amigo le recomendó que le iría bien para coger fondo. También creo que, como trabaja en Guissona y muchísimos alumnos y profesores hacían la Marxa, corriendo o caminando, se debió dejar convencer. Así que decidió inscribirse esta semana a menos de dos horas del cierre de inscripciones.

7 a.m., antes de la salida.

Fui a recoger los dorsales y los obsequios (una camiseta y una mochila) el sábado, así que el domingo nos lo tomamos con relativa calma y salimos de Tàrrega hacia las 6:15 de la mañana. Recorremos los 21 km que separan Tàrrega de Guissona y buscamos aparcamiento cerca de la salida. Hay mucho ambiente a esas horas de la mañana, ya que serán cerca de 2600 personas que participarán en la Marxa. Nos ponemos en segunda fila y a las 7 en punto, aún oscuro, se da la salida. Durante el primer tramo de asfalto hasta salir de Guissona nos adelanta mucha gente, pero le estiro de las riendas a Jordi para que no se anime y vamos a ritmo tranquilo, ya que la carrera es muy larga. Mi idea es rebajarle algún minuto al tiempo de 5 h 30 min que hice el año pasado, aunque esa marca es bastante buena para mí, así que la cosa no está nada fácil.

Voy con manguitos, buff, guantes y chaleco, ya que a esa hora hace bastante frío. También llevo la mochila de hidratación con un sobre de sales disuelto en el agua. El recorrido se divide en varias partes, marcados por los puntos de avituallamiento que son:

km 12,400: Florejacs.
km 17,900: Les Pallargues.
km 28,900: L'Aranyó.
km 37,200: Cervera.
Km 42,900: Castellnou d'Oluges
km 49,000: EL Llor.


Los avituallamientos son espectaculares. Se puede desayunar y comer por el camino varias veces. Sin embargo, yo soy de comer poco, así que sólo tomo algún gajo de naranja y algún trozo de plátano. Vamos pasando por caminos anchos y por estrechos senderos. El recorrido es de un sube y baja constante, pero mi intención es no pararme a caminar hasta la importante subida a Cervera, antes del km 37. Y así vamos haciendo. Los kilómetros van pasando rápidos y me encuentro bien. Pero este año ha empezado a hacer calor enseguida, así que en el primer avituallamiento ya tengo que quitarme toda la ropa extra y quedarme en manga corta. También tengo que ir bebiendo con frecuencia. Jordi se ha acoplado bien a mi ritmo y, aunque siempre lo tengo unos pocos metros por delante, le puedo ir siguiendo sin problema. Aunque sólo es anecdótico y en una carrera así no puede ser una referencia, tomo nota del paso por la distancia del medio maratón, sobre las 2 horas.

Hacía mucho tiempo que no corría fuera del asfalto y noto muchísimo la incomodidad de tener que ir mirando al suelo contínuamente y el dolor de pies de pisar tantas piedras. Pero de momento todo va sobre ruedas y finalmente llegamos a Cervera donde se ha habilitado un despliegue de comida espectacular. Yo sólo tomo un vaso de caldo y un Aquarius, aunque Jordi no perdona la longaniza. En este punto las rodillas me duelen mucho, así que pido a los servicios médicos que me rocíen con Reflex. Seguimos adelante. Ahora cuesta más mantener el ritmo. Pasamos por la distancia del maratón en 4 h 10 min aproximadamente, unos 5 minutos más rápido que el año pasado, así que vamos genial. Vamos prácticamente solos por un camino ancho y recto, estamos sobre el km 45 y las fuerzas y la concentración no son las mismas. Por delante, a unos cientos de metros, vemos algunas camisetas de corredores sueltos. De repente, oigo un grito que viene lejos desde atrás "¡eeeeehhhh!", pero se oye flojo y en ese momento no reacciono y seguimos adelante. El grito se vuelve a repetir "¡eeeeehhhh!" y me paro y me giro para ver qué pasa. Y lo que pasa es que nos hemos pasado una desviación que no estaba bien marcada y tenemos que volver hacia atrás. Por suerte son sólo 400 ó 500 metros, pero suficientes para perder el cojín de tiempo que habíamos conseguido. Esto me afecta psicológicamente. Intento pensar en positivo, ya que podía haber sido mucho peor si no nos hubieran avisado. De hecho, hay corredores que no han oído nada y han seguido adelante hasta vete a saber cuándo. Pero las fuerzas van escasas, me duelen muchísimo las piernas y ya doy el objetivo por perdido.

Paso por uno de los avituallamientos. Foto: DYA Lleida
En este tramo hay un par de cuestas bastante largas que tengo que subir caminando. Bueno, caminando yo y todos los corredores que tengo cerca, menos Jordi. Él lo sube todo corriendo y, para no alejarse mucho e ir viendo por dónde voy, va corriendo hacia atrás. Va tan sobrado que de verdad que es para pegarle... Van avanzando los kilómetros y llegamos al último avituallamiento. Este año la sensación de sed es enorme. Sólo quedan 5 km, el calentamiento de una sesión normal de entrenamiento, pero qué diferente. Por los desniveles del terreno, Guissona no está a la vista hasta que casi estás allí. Por fin llegamos y pisamos el asfalto con gran alivio para nuestros pies. Entramos en meta cogidos de la mano y me marcan la tarjeta en el último control. Han sido 5 h 34 min. Una lástima, pero las cosas a veces se tuercen. Igual que el año pasado, he vuelto a ser la tercera mujer.

Ahora toca descansar un poco. Tengo que poner en orden la cabeza y los próximos objetivos. Una cita segura es el 2 de mayo en la última prueba de la Half Marathon Series de Tarragona. El resto ya veremos. Por cierto, Jordi dice que por esos caminos de cabras no le van a ver más, ja, ja, ja...