sábado, 4 de octubre de 2014

¡Mi primera milla!

Sin mucho tiempo para pensarlo, mi club se adhirió a las muchas actividades que la asociación de comercios de Tàrrega estaba organizando para la noche del viernes 3 de octubre a modo de "shopping night". Así, de la misma manera que han hecho en otras ciudades, ofrecimos organizar una Milla popular, nocturna y gratuíta, a modo de animación. El circuito, con perfil favorable sobre todo en su primera mitad, atravesaba la ciudad por su centro neurálgico. Debido a la estrechez del mismo, limitamos la participación a 80 corredores. Las millas suelen correrse por categorías y, en esta primera edición, organizamos 4 carreras, en las categorías menor de 39 y mayor de 40 años, con una edad mínima de participación de 18 años. Parece ser que, a pesar de su corta distancia, las millas imponen mucho respeto y consecuentemente suele haber poca participación. En nuestro caso, para animar a  más mujeres a apuntarse, la vestimos de un carácter más festivo, y nos disfrazamos un poquito. No os voy a hablar de las horas que dedicamos a organizarla ni de los nervios que pasamos intentando que todo saliera bien, como así fue. Tanto es, que no decidí si la correría o no hasta el último minuto.

3, 2, 1, ¡ya! El sonido de una ruidosa bocina marca la salida de la I Milla Urbana Ciudad de Tàrrega en la categoría F2. No sé si son los nervios que he acumulado durante el día, pero salgo disparada como un resorte. Nunca he corrido esta distancia, así que no sé cómo hay que hacerlo. Me imagino que es como una serie de 1.609 metros a la máxima velocidad. De repente, y contra todo pronóstico, veo que me he puesto en primera posición, sólo veo por delante el coche de la Policía Local con las luces y la sirena. No pienso, corro. Son las 22:30 de la noche, pero el ambiente en las calles, tan céntricas y con todos los comercios abiertos, es espectacular. Corro y sigo corriendo, a todo lo que me dan las piernas. A falta de unos 500 metros veo que mantener el ritmo se empieza a poner difícil, pero sigo sin pensar, sólo corro. Los últimos 200 metros son una vuelta completa a una rotonda. Faltan 50 metros y ya veo el arco de llegada. Sin dejar que las piernas aminoren su ritmo sigo adelante y paso por la meta. Estoy completamente exhausta y sin ver nada ni a nadie me siento, o tal vez me dejo caer, en el primer banco de piedra que encuentro. Poco a poco recupero las pulsaciones y veo que he llegado en 5 min 58 s, que, traducido a nuestro lenguaje, es una media de 3:42 min/km. Nunca jamás en mi vida he corrido a ese ritmo, pero tampoco nunca antes había hecho una carrera de una milla. El esfuerzo es tremendo, ya os digo que me lo pensaré mucho si algún día tengo la oportunidad de hacer otra.

Inmediatamente después me uno a mis compañeros en el papel de organizadores, pues hay avituallamiento final, entrega de la bolsa del corredor y entrega de trofeos.

Mi primera milla. Aquí os dejo algunas fotos.

¡Hasta pronto!