domingo, 24 de agosto de 2014

De entrenamientos y tortazos


Esta semana ya he vuelto al trabajo y, con él, a la rutina de entrenamientos. He abandonado por tanto esos circuitos llanísimos junto al mar y he vuelto a esas subidas y bajadas, sin grandes desniveles, típicos de la zona donde vivo. También he cambiado el horario de entrenamiento y ahora corro por la tarde.

Os enseño una foto de un rincón de uno de los circuitos que tengo al lado de casa. ¿Veis el paisaje, con Tàrrega al fondo? Aunque supongo que tampoco os pasarà desapercibido ese mojón, que no tiene nada de pequeño...


Y esta cosa informe, hinchada, contusa y magullada es el estado de mi rodilla izquierda (de nuevo la "buena") después de caerme otra vez.

Entre la rodilla, el muslo, la espalda, la mano y el codo, esta vez estoy hecha un eccehomo. La verdad es que ando algo preocupada, porque no me parece normal. Y es que he pasado de no haberme caído nunca a besar el suelo dos veces en dos meses.

Por suerte el daño sólo es exterior, y puedo correr con bastante normalidad. Claro que a este paso, a la próxima me voy directa al hospital. Por eso estos últimos días he introducido tramos de escaleras en mis entrenamientos para mejorar la técnica de carrera, si es eso lo que me falla últimamente.

Hoy he hecho mi primera salida larga desde que me recuperé de la lesión, y he corrido 21 km. Las sensaciones han sido buenas, y la impresión al acabar ha sido que hubiera podido correr más kilómetros tranquilamente, como debe ser. Y la prueba de fuego, la rodilla derecha (la de la lesión) no la he notado en ningún momento. De la otra no hace falta ni hablar...

Y por fin tengo ya mi primer objetivo a la vista. Porque ganas de entrenar tengo muchas, pero de competir pocas, así que, para quitarme ese apalancamiento, me he inscrito en una carrera de 10 km el 7 de septiembre en Cervera, a pocos kilómetros de Tàrrega. Como la suelo hacer todos los años, el resultado también me orientará sobre mi estado de forma después de tantas calamidades.

¡Ya os contaré!