martes, 27 de mayo de 2014

Y colorín, colorado...

Pues eso, que el cuento se ha acabado.

Lo supe al instante en el kilómetro 23, pero continué corriendo hasta la línea de meta, ni más ni menos que en el kilómetro 42. Mientras la rodilla aguantara, el superar el dolor sólo dependía de la cabeza y esa la tengo bastante entrenada. Después de esperar un par de días a que desaparecieran los daños colaterales debidos al maratón, el miércoles ya se empezó a perfilar el alcance de la lesión.

Anteayer fui al fisio y me mandó a casa sin tratamiento. Me dijo que era una meniscopatía, que tenía que reposar durante dos semanas y entonces veríamos. Sin embargo, el escaso minuto en el que llegó a su diagnóstico y la ayuda del Sr. Google me hacen sospechar que pueda ser algún otro tipo de lesión, a cada cual más preocupante. Al médico no voy a ir, sé lo que me va a decir y sólo sería una medida de distracción para pasar el tiempo que necesita el cuerpo para arreglarse por sí solo.

Así que ahí ando preparándome psicológicamente para la invernada, que este año caerá en verano. Este pasado año he hecho bastante el animal, así que sólo queda agachar la cabeza y recoger los pedazos del cántaro. De momento he probado a hacer bicicleta y puedo hacerlo, así que intentaré mantener la forma pedaleando.

Espero volver pronto. ¡Adiós!