domingo, 2 de junio de 2013

Trail Trans Montesblancos (1 de junio de 2013)

Salida de la TMT 50 k. Foto de la organización.
Ayer sábado participé en la segunda edición del Trail Trans Montesblancos, una carrera de 50 km en La Puebla de Alfindén (Zaragoza). Se realiza en el entorno de los Montes Blancos, que reciben su nombre  por el color característico que presentan debido a su alto contenido en yesos. Una carrera muy dura, impresionante, de gran belleza paisajística y con una implicación magnífica de los organizadores y voluntarios. En resumen, un evento altamente recomendable.

Dicho esto, no sé qué debí tomar el día en que se me ocurrió inscribirme. Incluso cuando la organización informó de que se les había concedido un punto para el UT du Mont-Blanc tampoco reaccioné, a pesar de que todo indicaba que no se trataba de ir allí a pasar la tarde. Solamente mostré un cierto grado de preocupación cuando leí las previsiones meteorológicas, que daban vientos muy fuertes, de más de 70 km/h, para ese día. Todo ello, sumado a que eso de ser "finisher" de una carrera no va con mi carácter, sino que tengo que darlo todo para llegar en la mejor posición posible, dan lugar a un cóctel bastante peligroso.


Fotografía de la organización.
Así que ayer, hacia las 9 de la mañana, cogí el coche para recorrer los 180 km que separan Tàrrega de La Puebla de Alfindén. Es todo autopista, así que me planté allí enseguida. La carrera empezaba a la una del mediodía, así que un aspecto a tener en cuenta era qué y cuándo iba a comer alguna cosa. Finalmente desayuné a las 8 de la mañana un zumo de naranja y un plátano, y me tomé a las 11 dos plátanos más y algunos frutos secos. Mi estómago no admitió nada más, aunque no paré de beber en toda la mañana hasta una hora antes del inicio de la carrera.

Fotografía de la organización.
Salimos puntualmente. Me pongo al final del pelotón, pues 50 kilómetros son muchos y no iba a venir de unos cuantos metros. El recorrido está dividido en dos bucles de 25 km, pasando por meta al final de cada uno. El perfil del primer tramo es en subida, alternando tramos de subidas y bajadas, hasta el kilómetro 15,5. Aún estoy fresca, así que voy corriendo a ritmo tranquilo. Hay algún tramo de senderos complicado en el que hay que ir andando, e incluso alguna bajada vertiginosa por caminos pedregosos que hacen temer por algún accidente. Sin embargo, disfruto mucho del recorrido y del entorno, al menos las veces que puedo levantar la vista del suelo para mirarlo. En el avituallamiento del km 8,5 tomo agua y un gel y continúo adelante habiendo parado menos de un minuto y, hago exactamente lo mismo, en el del km 16. Como es un día de sol y con mucho viento, sé que el peligro de deshidratación va a ser grande, así que cuando pita el Garmin al paso de cada kilómetro, tomo unos cuantos sorbos de agua de mi Camelbag. A partir del kilómetro 15,5 el perfil es en bajada, aunque también hay algunos tramos de subida intercalados. Ya me voy acercando al kilómetro 25 y hago informe de daños: todo bien excepto un dolor punzante en las plantas de los pies que atribuyo a correr sobre piedras. Cuando, ya de vuelta en La Puebla de Alfindén, entro bajo el arco de meta, anuncian que soy la tercera mujer.

Sendas de Alfajarín (Fotodepor.com).
Relleno la bolsa de hidratación, me tomo un gel y rápidamente vuelvo a salir. La organización ha avisado de que el segundo bucle es mucho más duro que el primero. Y no tardamos en darnos cuenta. Del kilómetro 25 al 34 es una subida contínua. Y, en el kilómetro 28, empiezan a aparecer los amagos de calambres en los gemelos. Tengo que alternar tramos de andar y correr, todos los corredores que tengo cerca hacemos lo mismo: ahora les adelanto yo, y luego me adelantan ellos. Pasa por mi lado una bicicleta de la organización y le pregunto cuándo se acaba la subida. "¿Ves ese pico de ahí?, pues ahí mismo ya empieza la bajada". No falta mucho. Llego al avituallamiento del km 34 con mucho dolor, me duelen muchísimo los pies, los cuádriceps, los gemelos... Me paro lo indispensable para beber y tomarme otro gel y encaro 5 kilómetros de bajada. Es peor que la subida, pues al haber que hacer requiebros debido a baches y piedras, se me van subiendo y bajando los gemelos contínuamente. Llego como puedo al km 40 y, a partir de ahí, viene un tramo de trialeras que acaba conmigo. Escalo la primera colina y, cuando llego arriba, veo una bajada casi vertical que me deja indecisa por un momento. No me atrevo a bajar, pero tengo que seguir adelante. Pienso en bajar de culo, pero es demasiado larga. No me lo pienso más y bajo a muerte, que sea lo que Dios quiera. Me frena la siguiente subida. Pienso que ya no tengo edad para estas cosas. Veo el toro a lo lejos, que poco a poco se va acercando. Cuando llego, algunos corredores se hacen una foto con el móvil. Yo no estoy para fotos. Con un viento que nos zarandea contínuamente, encaro la bajada por senderos hacia la ermita de Alfajarín.

Foto de la organización.
El siguiente avituallamiento está en el kilómetro 43. Tomo mi último gel, bebo agua y vuelvo a salir. Hay un tramo de escaleras que tenemos que bajar hasta llegar al nivel de la autopista. No hace falta que os diga más: no siento las piernas. Y finalmente llegan los últimos 5 kilómetros en línea recta hasta la meta, todos ellos con el viento en contra. Me van adelantando a buen ritmo los corredores de las carreras de 25 km y de 12 km que han salido después. No hay duda de quiénes somos los de los 50 km, corremos en los tramos planos y, a la mínima subida, nos paramos a andar. En el kilómetro 47 seguía siendo la tercera clasificada, pero entonces me adelanta una chica. ¡Qué pena más grande! Después de tanto dolor y tanto sufrimiento, voy a perder el puesto por tres kilómetros. Entro en meta. Han puesto una alfombra roja, con vallas a lado y lado repletas de gente animando. Me felicitan por mi nombre. Ya no me puedo contener más y paso bajo el arco de meta en un estallido de sollozos. No puedo parar de llorar. "¿Qué te pasa?, ¿Estás bien?", me dicen. "Sí, estoy bien, pero ha sido demasiado dolor". Estoy temblando de frío.

Trofeo y toro de finisher
5 horas y 40 minutos de carrera para completar algo más de 50 kilómetros. No sé la distancia exacta porque el Garmin se quedó sin batería en el kilómetro 48. He sido la cuarta mujer y la primera de mi categoría. Además de un trofeo, un polo precioso y una buena bolsa del corredor, también me llevo a casa muchos recuerdos imborrables.

Ahora necesito unos días de reflexión.

¡Ya os contaré!