lunes, 13 de mayo de 2013

Crónica del Maratón de Vitoria-Gasteiz, 12 de mayo de 2013

Ayer corrí el maratón "Martín Fiz", que se celebra en la localidad de Vitoria (Gasteiz en euskera). Sólo habían pasado seis semanas desde que realicé mi mejor maratón en Barcelona y, por tanto, no tenía previsto hacer esta carrera. Sin embargo, la suerte quiso que me tocara un dorsal en un sorteo de Vamos a Correr y pensé que era la excusa perfecta para ir a pasar el fin de semana a mi tierra y aprovechar para abrazar a mi preciosa sobrina Aduna que nació en enero y a quien aún no había tenido ocasión de visitar. Visto en perspectiva, quizá no debería de haber corrido pero, los que estáis "enfermos" como yo, entenderéis perfectamente que era imposible resistirse a la oportunidad de correr otro maratón, teniendo dorsal y alojamiento gratis.

Después de un sábado tranquilo con mi familia, el domingo a las 6 de la mañana salgo de Amorebieta. Está lloviendo y hace algo de frío. 60 kilómetros y un puerto de montaña después llego a Vitoria. Allí también está lloviendo pero a esas horas consigo dejar el coche cerca de la zona de salida, situada en el casco viejo de la ciudad. Me llama la atención la cantidad de gente que hay por la calle. Primero pienso que es por el maratón, pero después me fijo en la ropa y en el ambiente y me doy cuenta de que aún están de fiesta y que han alargado la noche hasta las 7 de la mañana. Hacia las 8 deja de llover y así se mantendría, con el cielo cubierto, durante toda la mañana. Hace bastante frío, con una temperatura de unos 10º y un ligero viento del norte que me hace temblar de pies a cabeza.  Pienso que debería de haber traído guantes.

A punto de darse la salida del maratón en patines.
Seríamos 4100 corredores, entre la carrera de 10 km, el medio maratón, el maratón y el maratón en patines que se celebraban conjuntamente. Los patinadores saldrían 5 minutos antes que los corredores. A pesar de ser tantos, no hay agobios. Oigo a Martín Fiz por la megafonía, pero no le diviso. Después, en un instante, me parece verle entre los corredores, y después leo que ha querido acompañar a los participantes de los 10 km sin forzar, pues está saliendo de una lesión. A las 9 en punto se da la salida. No pierdo nada, así que decido arriesgar. Voy a un ritmo entre 4:45 y 4:50 min/km. De momento todo va bien y no me cuesta aguantar el ritmo, aunque el circuito combine tramos de subidas y bajadas constantemente. La llegada al kilómetro 10 se me hace muy rápida. A partir de ahí me concentro en el medio maratón, pero alrededor del kilómetro 15 me doy cuenta de que no voy fresca, y noto las piernas muy pesadas. Así y todo, paso el medio maratón en 1 h 42 min, 2 minutos más rápido que en Barcelona. Pero el maratón me va a poner en mi sitio pronto. A partir del kilómetro 25 las cosas empiezan a ir mal, muy mal. Empiezo a tener calambres en todas partes: en todos los dedos de los dos pies, en los dos gemelos, en los dos cuadríceps, hasta en el tronco a la altura del estómago. Nunca me había pasado una cosa similar. Se me acentúa además una pequeña lesión en la inserción del fémur con la cadera que voy arrastrando desde hace unas semanas. El dolor es insoportable y el ritmo se resiente de manera importante.

El circuito no ayuda mucho psicológicamente, ya que, como la ciudad es pequeña, es necesario incluir muchos tramos de ida y vuelta para poder hacer los 42,2 km. Consigo aguantar el tipo hasta el kilómetro 30. La liebre de 3:30 me adelantó poco antes de ese punto, pero no la tenía muy lejos. Pero en el avituallamiento decido parar para ver si remite el dolor. No es así y continúo corriendo. Sin embargo, dos kilómetros más tarde he de parar de nuevo y hago casi un kilómetro andando. Me doy cuenta de que corriendo duele menos, así que adopto un ritmo cómodo y corro con las piernas tiesas como palos. Si algo tengo es una voluntad de hierro y está claro que hoy no me recoge la ambulancia, sino que voy a llegar a meta, sólo hay que tener un poco de paciencia. Finalmente llego al kilómetro 40 y pienso que ya estoy cerca. 500 metros antes de la llegada han puesto vallas a lado y lado de la calle que nos guiarán hasta el arco de meta. Está lleno de gente animando. Veo la meta y sonrío, la felicidad del momento de cruzar la línea de llegada del maratón es indescriptible.

Paro el cronómetro en 3 h 41 min y en ese mismo momento ya he olvidado lo que me ha costado hoy llegar hasta aquí. 450 kilómetros más y estaré en casa.

Llegada del maratón de Vitoria. Tiempo real: 3h 41 min 55 s