El día empezó cuando me desperté poco después de las 7. Quería desayunar por lo menos dos horas antes de la salida, que estaba prevista para las 9:30. Después de algunas experiencias poco satisfactorias en otras carreras, esta vez lo pensé bien y tomé un vaso de agua, un té sin azúcar, un plátano y una barrita "Long Energy" de Isostar. Tras una ducha revitalizadora, me vestí con el equipamiento del club y, pasadas las 8, cogí el coche en dirección a L'Ampolla. Había pasado la noche en Amposta, en casa de unos amigos, y allí les dejé a ellos y a mis hijos durmiendo, con la promesa de verlos a todos en la línea de meta pocas horas más tarde.
http://www.ampolla.org/esp/situacio.asp |
Enseguida me dirigí a una carpas que había montado la organización donde se repartían los dorsales. Aunque no éramos muchos corredores (alrededor de 250 inscritos), el proceso de entrega de dorsal y de la bolsa del corredor fue muy eficiente. Así que pronto me encontré lista para calentar un poco y situarme tras el arco de salida. Un tema que me procupaba era cómo se haría el control de tiempo, que la organización ya había avisado que sería por un sistema de código de barras, y no con chip, como es habitual en otras carreras. Sin embargo, todo fue sobre ruedas. A medida que íbamos entrando al recinto de salida, nos iban tomando el número de dorsal con un lector. A la llegada, harían otro tanto.
Aún faltaban cinco minutos y yo ya estaba sudando a mares. Hacía calor, y la humedad al lado del mar era muy alta. Era curioso ver cómo muchos nos agolpábamos en la estrecha banda de sombra que proyectaba el arco de salida sobre el asfalto. Hasta entonces no había pensado mucho en la carrera. Me imaginaba un circuito plano y estaba segura de que haría un tiempo inferior al medio maratón de Tàrrega de hacía un mes. Sin embargo, pocos minutos antes de darse la salida empecé a ser consciente de que la cosa no iba a ser tan fácil. Nos informaron por megafonía que tendríamos avituallamientos cada 4 kilómetros aproximadamente. Normalmente casi no bebo en las carreras así que no hice mucho caso, aunque más tarde agradecí saberlo...
http://www.flickr.com/photos/exploratgn/4817567410/ |
http://www20.gencat.cat/portal/site/parcsnaturals |
Pensé muchas veces en lo que significaba esta carrera. Era un entrenamiento para la Isostar Desert Marathon. Entonces me invadió un gran temor, pues estaba viviendo sobre mis propias carnes lo terriblemente duro que podía llegar a ser correr 45 kilómetros bajo el sol abrasador de Los Monegros y me surgieron las primeras dudas sobre si podría relamente acabarla. Pero mi reflexión me llevó a realizar un análisis objetivo de la situación de mi cuerpo con casi 20 kilómetros de sufrimiento a sus espaldas: las piernas, bien; la respiración, bien; el ritmo, estable y controlado; la hidratación, bien. Así que ví claramente que lo que las condiciones ambientales no me dejaban hacer era correr rápido, pero sí podía correr. He leído en algunos artículos que más que el calor, es la humedad lo que más afecta a los corredores, pues ésta impide que el cuerpo pueda refrigerarse bien. En Los Monegros hará mucho calor, pero en cambio el ambiente será extremadamente seco. Espero que éso sea bueno.
La última cuesta a la llegada a L'Ampolla, una bajada, una curva y ya se divisa el arco de llegada. Entonces veo a mis hijos y a mis amigos gritando y animándome. Fue muy emocionante. Me llenaron de nuevo de energía y fui capaz de correr con algo más de garbo hasta la meta. 1 h 46 min, mi peor tiempo y a la vez mi mejor resultado. Luego vería la clasificación general y los tiempos tan superiores a lo habitual en este tipo de carreras por parte de todos los corredores, desde los primeros hasta los últimos.
Hoy ya estoy más tranquila. Le he visto las orejas al lobo, pero sé que voy a poder con él dentro de cinco semanas. Y aquí os dejo un pequeño vídeo que me grabó mi hijo Aleix con la cámara de fotos a la llegada.
Os seguiré contando...