lunes, 22 de agosto de 2011

L'Espluga: crónica de Aline

Como os expliqué en mi post sobre la Cursa de l'Espluga, allí estaba mi amiga Aline Concha, una corredora novata pero enganchada ya al mundo del running y con muchísimo ánimo e ilusión para irse superando día a día. Con su permiso, aquí os dejo la crónica de su experiencia, que ilustra de manera enternecedora cómo se ven las carreras desde la última fila. Aline, ¡eres genial!


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Era la primera vez que hacía una carrera de 15 km. La carrera popular de l'Espluga de Francolí no tiene nada de popular. La crème de la crème del atletismo catalán se da cita allí. Tiene fama de ser muy dura ya que la mitad del recorrido es de subida y, en la fecha en que se celebra, en el mes de Julio, las temperaturas son muy altas.

A la salida, en la línea de meta, comencé a preguntarme: ¡Dios mío! ¿Qué hago aquí? El 95% era gente de clubs de atletismo y yo iba como simple mortal a intentar por primera vez correr 15 km. Pero no importa, ¡lo importante era acabar!

¡Es impresionante lo que hace la pendiente! Aunque suave y homogénea, nunca había corrido tanta distancia de subida, así que me puse en modo "crucero" y pensando solamente en acabar. Al kilómetro 3 ya era la penúltima, porque el último era un señor de 84 años que iba detrás mío.

Disfruté muchísimo del paisaje: entre viñas, un monasterio cisterciense, la luz de la tarde y los ánimos de la gente. Hacía viento en ráfagas duras a contrasentido, que me ayudó a no sentir la miseria del calor. En el kilómetro 4, a punto de entrar en el monasterio, el médico de la carrera me insistía en beber líquido isotónico. Le dije que no, gracias, que iba bien. Al kilómetro 4.5 entrábamos en el monasterio de Poblet y no sé si mi amiga Mar, que trabaja allí, lo organizó todo como me dijo, pues cuando entré me tocaron las campanas y había un cura dando ánimos. Yo me partía de risa en ese punto. Saliendo de allí había una banda que a los últimos les tocaban musiquita. ¡No me puedo quejar!

Mi modo "crucero" en "very slow motion" me hizo presenciar la carrera en contrasentido. Cuando llevaba media hora corriendo y sólo 5 kilómetros de subida ya venía la cabeza de la carrera. Tres atletas marroquíes a un ritmo impresionante. Al cuarto atleta le sacaban un minuto de ventaja. Después ví a toda la gente bajar, todos dando lo mejor de sí mismos. Primero me encontré a Jordi, después a Josep Maria y por último a la crack de mi amiga Arantza que me hizo un "give me five". Lo más bonito es que a partir de la mitad la gente de la cola comenzaba a darme ánimos al ver que era la última. ¡Oh! me sentí de lo más consentida y animada. Y es que no iba mal, iba bien, ¡disfrutando! Siempre sonriéndoles porque me hacía mucha gracia oir los ánimos que me daban. Y es que es un gesto tan simple dar una palabra de ánimo y, en estos casos, resulta tan gratificante recibirla...

Al regreso los tres últimos íbamos separados por una distancia de 300 metros y disfruté muchísimo la bajada. Una alegría con los niños pequeñitos que me daban botellas de agua en los puntos de abastecimiento. Fue superdivertido hacerles gestos y sonrisas a todos. Parecían angelitos piadosos de locas inconscientes que corren 15 km por primera vez...

Al final quedé tercera antes del último. Cuando llegué a la meta el médico de la carrera del kilómetro 4 me recibió y, además de preguntarme si estaba bien, me dijo: "Lo mejor de tí es que corres con la sonrisa en los labios". Todavía no llegaba el abuelo y los tres últimos nos fuimos a recibirlo y acompañarlo en los últimos metros. Casi me pongo a llorar porque el hombre nos agradeció el gesto con una sonrisa y ¡estaba tan emocionado!

Los locos tenemos suerte haciendo retos extremos: tenemos angelitos, nos tocan campanadas y música y nos dan bendiciones. No cambiaría por nada la experiencia aunque no haya hecho una gran marca.